Cuando Sandy y Geff Lee finalmente vieron una foto del edificio en donde se ubicaba su boutique en Nashville el día después de la explosión del día de Navidad, un silencio se apoderó de la habitación.
La cantidad de escombros era abrumadora y ocultaba detalles que resultaron familiares. Geff Lee sacó un mapa para verificar que fuera el mismo lugar.
La explosión del día de Navidad ha provocado conmoción en todo el país. El autor de la detonación murió, tres personas resultaron lesionadas y decenas de edificios resultaron dañados.
Pero para quienes viven en la ciudad, la explosión parece un remate cruel a un año que ya era complicado. A principios de marzo, un enorme tornado atravesó la ciudad, derrumbando hogares, destruyendo negocios y matando a una veintena de personas.
Luego llegó la pandemia de COVID-19, que obligó a cerrar negocios debido a las personas debían quedarse en casa. Algunas personas que perdieron sus casas en el tornado se quedaron entonces sin empleo.
Las cosas han empeorado continuamente a lo largo del año. Luego del aumento en los contagios, Tennessee tiene una de las tasas más altas de infecciones per cápita. Y aunque la ciudad es conocida como un centro de atención médica, los hospitales de Nashville se han visto exigidos para mantener el ritmo de los pacientes con COVID-19 que han llegado de todos los rincones del estado.
Estos no fueron los únicos reveses. Algunos negocios en el centro experimentaron daño a la propiedad a finales de mayo durante las protestas contra la injusticia racial y la brutalidad policial.
Anthony Quinn Warner fue el responsable de la explosión que sacudió el centro de Nashville en la mañana de Navidad, y según ha informado este domingo la policía, el hombre de 63 años habría fallecido en ella.
Los investigadores del FBI encontraron en el lugar de la explosión, que dejó tres heridos no graves, restos humanos que ahora han cotejado con el ADN de Warner para certificar que el sospechoso murió dentro de la autocaravana que hizo explosión al despuntar el alba del 25 de diciembre.
Según los registros públicos, Warner obtuvo un permiso de manipulación de explosivos en noviembre de 2013, pero caducó en noviembre de 2016. Entre 1993 y 1998 fue instalador de alarmas con licencia. Según los vecinos, era un tipo solitario obsesionado, dueño de varios perros, único tema del que hablaba —y raramente— con sus vecinos.
Según el FBI, todas las personas contactadas para investigar quién era Warner coincidían en que era un especialista en electrónica con recelos hacia la tecnología 5G. Los investigadores creen que sufría de paranoia en lo relacionado con esa tecnología, lo que encajaría con una de las posibles motivaciones para que el ataque se produjera frente al edificio de la empresa de telecomunicaciones AT&T.
El objetivo de Warren era perturbar lo máximo posible las telecomunicaciones en la zona, algo que logró, ya que dejó sin servicio de telefonía fija y móvil a una buena parte de la ciudad.