El presidente Donald Trump cerró la Convención Nacional Republicana con un discurso, que inició con la aceptación de su candidatura a la presidencia por el Partido Republicano, y se fue convirtiendo, a lo largo de una hora y 10 minutos (el segundo más largo en la historia de las convenciones), en el que quizás haya sido su discurso más presidencial desde que está en la Casa Blanca.
Inició con un momento de solidaridad y empatía con “la gente que acaba de atravesar la ira del huracán Laura” en Texas, Louisiana, Arkansas y Mississippi, y anunciando que irá este fin de semana a la zona afectada. “Somos una familia nacional y siempre nos protegeremos, amaremos y cuidaremos los unos a los otros”.
Luego, tras decir “Mis conciudadanos, esta noche, con un corazón lleno de gratitud y optimismo ilimitado, acepto con orgullo esta nominación a la presidencia de los Estados Unidos”, empezó a construir, con la ecuanimidad de un gran estadista, un discurso sin grandilocuencias, pero con momentos de gran altura política, de grandeza histórica y emoción patriótica.
Fue así que, con precisión, definió el momento político que vivimos, al decir que “nunca antes los votantes se habían enfrentado a una elección más clara entre dos partidos, dos visiones, dos filosofías o dos agendas”. Y es que de eso se trata esta elección: de salvar la visión de la República de los padres fundadores. O de empujarla hacia una socialdemocracia que terminaría destruyendo lo que hace a Estados Unidos una nación excepcional, que es el proyecto político del Partido Demócrata.
Luego fue hilvanando los logros de su administración con lo que hará en los próximos 4 años de su presidencia, tejiéndolo, acertadamente, con la amenaza que representa Joe Biden, al que hizo referencia 26 veces a lo largo de su discurso, construyendo frases con las que fue dibujando su perfil político:
“Joe Biden es débil y recibe ordenes de liberales hipócritas”; “Biden es un caballo de Troya del socialismo”; “Biden y su partido atacaron repetidamente a Estados Unidos como una tierra de radical injusticia económica y social. Entonces, esta noche, les hago una pregunta muy simple: ¿Cómo puede el Partido Demócrata pedir liderar nuestro país, cuando pasa tanto tiempo derribando nuestro país?”; “Si le das el poder a Joe Biden, la izquierda radical quitará fondos a los departamentos de policía de todo Estados Unidos. Aprobará una legislación federal para reducir la aplicación de la ley en todo el país. Nadie estará seguro en la América de Biden”.
En una clara definición de lo que es Estados Unidos dijo: “En este país, no buscamos salvación en los políticos de carrera. En Estados Unidos no recurrimos al gobierno para restaurar nuestras almas, ponemos nuestra fe en el Dios Todopoderoso. Joe Biden no es el salvador del alma de Estados Unidos, es el destructor de los trabajos de Estados Unidos y, si se le da la oportunidad, será el destructor de la grandeza estadounidense”.
En uno de los más duros y demoledores ataques políticos de la noche, hizo un retrato del comportamiento político de Joe Biden: “Durante 47 años, Joe Biden aceptó las donaciones de trabajadores manufactureros, les dio abrazos e incluso besos y les dijo que sentía su dolor, y luego, voló de regreso a Washington y votó para enviar sus trabajos a China y a muchas otras tierras lejanas. Joe Biden pasó toda su carrera subcontratando los sueños de los trabajadores estadounidenses, deslocalizando sus trabajos, abriendo sus fronteras y enviando a sus hijos e hijas a luchar en interminables guerras extranjeras”.
En el tema del coronavirus, el preferido de los demócratas, porque quieren culpar al presidente de la epidemia y olvidar que Biden lo llamó “histérico racista y xenófobo”, cuando prohibió los vuelos desde China. Y nunca hablan de la manipulación de la epidemia por China y su cómplice la OMS. Trump fue muy concreto: "estamos brindando terapias que salvan vidas y produciremos una vacuna antes de fin de año o tal vez incluso antes (…) Pero Biden quiere hacer un cierre doloroso (que) infligiría un daño impensable y duradero, que significaría aumento de las sobredosis de drogas, depresiones, adicción al alcohol, suicidios, ataques cardíacos y devastación económica".
También destacó algo de lo que la prensa no habla: “Estados Unidos tiene una de las tasas de mortalidad más bajas de cualquier país importante del mundo. La tasa de mortalidad de la Unión Europea es casi tres veces mayor que la nuestra. En conjunto, las naciones de Europa han experimentado un aumento del exceso de mortalidad un 30 por ciento mayor que Estados Unidos”.
Trump prometió que "en un nuevo mandato como presidente, volveremos a construir la mayor economía de la historia, volviendo rápidamente al pleno empleo, aumentando los ingresos y una prosperidad récord".
En otro momento de contundencia política, Trump dijo que “Su voto decidirá si protegemos a los estadounidenses respetuosos de la ley o si damos rienda suelta a los anarquistas violentos, agitadores y criminales que amenazan a nuestros ciudadanos”.
En uno de los momentos más emotivos de la noche, se refirió a Ann, la viuda del capitán David Dornun, oficial de policía retirado de St. Louis, que fue asesinado a tiros durante la violencia y el saqueo que siguió a las protestas generalizadas raciales en junio, quien previamente habló en la Convención, luchando por contener las lágrimas con comentarios profundamente emocionales al recordar la noche que su esposo fue asesinado y expresó su enojo por los disturbios.
Y siguió con un golpe demoledor a los demócratas: “El año pasado, más de 1,000 afroamericanos fueron asesinados como resultado de delitos violentos en solo cuatro ciudades dirigidas por demócratas. Las 10 ciudades más peligrosas del país están dirigidas por demócratas y lo han sido durante décadas. Miles más de afroamericanos son víctimas de delitos violentos en estas comunidades. Joe Biden y la izquierda ignoran a estas víctimas estadounidenses. Yo nunca lo haré”.
Su lista de logros enumerados pasaron por la salida del pacto climático la renegociación de la financiación de la OTAN, la salida del acuerdo Transpacífico, la renegociación comercial con Corea del Sur, la muerte de Soleimani, la creación de la Fuerza Espacial, la reconstrucción de las fuerzas armadas, el regreso de los trabajos a Estados Unidos desde China, la independencia energética, la reforma penal, el acuerdo comercial con México y Canadá y la negociación de precios con las farmacéuticas, entre otros.
En uno de los momentos más patrióticos de la noche, dijo, con gran sentido de agudeza nacionalista: “Nos aseguraremos de que nuestras empresas y empleos permanezcan en nuestro país, como ya lo he estado haciendo. La agenda de Joe Biden está hecha en China. Mi agenda está hecha en Estados Unidos”.
En uno de los momentos más brillantes aprovechó a Biden para definir su proyecto educacional: “Biden también se comprometió a oponerse a la Opción Escolar y a cerrar las escuelas autónomas, lo que destruiría las oportunidades para los niños negros e hispanos. En un segundo término, ampliaré las escuelas autónomas y ofreceré opción de escuela a todas las familias de Estados Unidos. Y siempre trataremos a nuestros maestros con el tremendo respeto que merecen”.
Quizás el momento más desmitificador de la noche fue cuando dijo que él había “hecho más por la comunidad afroamericana que cualquier presidente desde Abraham Lincoln, nuestro primer presidente republicano. He hecho más en tres años por la comunidad negra de lo que Joe Biden ha hecho en 47 años, y cuando sea reelegido, ¡lo mejor está por venir!”
Tras el discurso, la noche terminó con la belleza de un espectáculo de ópera. Ninguna música más apropiada para halo de grandeza patriótica en el que estuvo inmerso el discurso.