La pandemia de coronavirus ha impactado a todos de una forma u otra, pero, tal y como han señalado la ONU y muchos organismos internacionales, los migrantes y otros grupos en situación de vulnerabilidad son los que están recibiendo la peor parte.
En Estados Unidos, son muchos los recluidos en los centros de detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), donde se han confirmado cerca de mil 200 casos de coronavirus.
En uno de esos centros, el de Otay Mesa, en California, más de un centenar de detenidos hicieron una huelga de hambre exigiendo seguridad, luego de que semanas atrás falleciese un salvadoreño a causa de la enfermedad pandémica causada por la nueva cepa de coronavirus (SARS-CoV-2), la COVID-19.
Organizaciones nacionales e internacionales han pedido a ICE que libere a los inmigrantes detenidos, quienes viven en permanente angustia ante el riesgo de contraer la enfermedad. Sin embargo, el reclamo no ha sido escuchado.
Entre los detenidos hay muchos cubanos y cubanas, que no saben cuándo podrán resolverse sus casos ante las cortes de inmigración, rezagadas por las medidas a las que ha obligado la pandemia. La situación emocional de todos también se ha visto perjudicada por la cancelación de visitas, una medida tomada para evitar contactos y posibles contagios.
Es así como cubanas, y migrantes de otras nacionalidades detenidas en el centro de detención de Eloy, en Arizona, han hallado en la correspondencia “una válvula de escape” para comunicarse con conocidos y amigos que afrontan la pandemia en libertad. Sus misivas, destaca un reciente reporte de la agencia EFE, “reflejan una acuciante desesperación por el miedo a contraer la enfermedad”.
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"Solo me paro en la ventana y miro hacia afuera, quiero ser como los pajaritos, tener mi libertad tan cerca y no poder obtenerla", escribió una migrante guatemalteca que lleva más de seis meses de encierro en el citado centro de detención.
"Amiga le escribo esta carta porque no tengo con quien más platicar, me siento muy triste, hay (sic) amiga con lágrimas en mis ojos le digo, que ya no soporto estar en este lugar, hay amiga no es fácil, extraño a mi familia, esto desesperada, no sé qué hacer, solo un milagro me puede sacar de este lugar", detalló la migrante.
Su carta fue dirigida a Katherine Smith, coordinadora del Programa de Visitas en Detención de Casa Mariposa, quien todos los meses recibe comunicaciones similares de mujeres inmigrantes provenientes de Guatemala, Cuba, Honduras, Nicaragua y México, detenidas en el centro de Eloy.
Antes de la suspensión de las visitas al centro por el coronavirus, Smith las visitaba para asesorarlas y darles ánimos. Ahora las cartas han suplido ese contacto directo. Para muchos migrantes detenidos son la única forma de entablar comunicación con el exterior, puesto que no todos tienen familia en Arizona o algún otro estado de Estados Unidos.
La agencia española de noticias EFE tuvo acceso a varias cartas. Según refiere, en éstas las indocumentadas “ponen mucha dedicación”. “Todas escriben con letra legible, otras las adornan con dibujos o las colorean, como una forma de transmitir sentimientos”.
Según Smith, las cartas cada vez más muestran la desesperación que viven los inmigrantes detenidos en medio de la pandemia del COVID-19, que ha trastocado todo el mundo, pero ha sumido en una nebulosa aún mayor la ya de por sí arriesgada y tormentosa travesía de migrar.