Un niño estadounidense de origen mexicano, que batalla contra un tumor cerebral en un hospital de Los Ángeles, espera que las autoridades migratorias de EE. UU. otorguen visas humanitarias a sus padres en México, para que lo acompañen en momentos en que su vida pende de un hilo y va a someterse a un tratamiento decisivo.
“Alfredo necesita de sus papás. Este tratamiento es la última esperanza que tenemos. Él está tratando de luchar pero está muy decaído de salud y debería tener a su mamá aquí al lado para darle ánimos”, dijo a Efe María Rocío Gómez, tía del menor.
El menor de 15 años, nacido en Estados Unidos, llegó al Hospital de Niños de Los Ángeles (CHLA, en inglés) en febrero pasado buscando ayuda por un tumor cerebral que desarrolló hace dos años, y que hasta el momento los médicos no han logrado erradicar.
Alfredo se marchó de Estados Unidos, junto con sus padres, cuando apenas era un infante. El joven creció en Tulancingo, estado de Hidalgo, tierra natal de sus progenitores y a donde la familia regresó de forma voluntaria tras vivir cerca de ocho años en California.
José Alfredo Cortés Cerón, el padre del menor, dijo en conversación telefónica con Efe desde México que la vida de Alfredo cambió a mediados de 2018 cuando un intenso dolor de cabeza se presentó como el primer signo de un cáncer que los ha hecho transitar por varias instituciones médicas.
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Tras una intervención quirúrgica en un hospital mexicano, los padres decidieron enviarlo a EE. UU. en busca de mejores opciones médicas.
Los padres, que no tienen visa de turista, prefirieron enviar al menor bajo el cuidado de Gómez, mientras ellos tramitaban un permiso para poder estar junto al menor de sus tres hijos.
“Lo importante era salvar la vida de mi hijo; por eso decidimos que se fuera primero”, narró con voz entrecortada Graciela Montalvo, madre del menor.
La llegada de la pandemia de COVID-19, y un revés en el tratamiento médico han afectado los planes de la pareja para poder reunirse con su hijo.
En una carta dirigida al Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, en inglés), que está evaluando el permiso humanitario, los médicos de CHLA explicaron que el tumor agresivo que sufre Alfredo no ha respondido a la quimioterapia y está progresando, por lo que su enfermedad ya no se considera curable por ese medio.
Actualmente se evalúa la posibilidad de que el adolescente participe en un ensayo clínico, si es que su cuerpo recupera la fuerza para afrontarlo.
"La supervivencia de Alfredo de una semana a la siguiente es extremadamente tenue y no tenemos garantía de que vivirá para ver a sus padres nuevamente si emprende un viaje a México antes o después de este posible ensayo”, resaltaron las autoridades médicas al ICE.
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“Nosotros solo queremos que nos den un permiso para estar junto a nuestro hijo. No vamos a trabajar ni hacerle daño a nadie”, advierte en tono de súplica Montalvo.
Jean Reisz es codirectora de la Clínica de Inmigración de la Universidad del Sur de California (USC) y está ayudando a los padres de Alfredo a tramitar el permiso humanitario.
Explicó a Efe que de conformidad con la Ley de Inmigración y Nacionalidad, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) tiene la facultad discrecional de permitir que los padres de Alfredo estén temporalmente en Estados Unidos por razones humanitarias urgentes.
Precisamente es esta facultad a la que los abogados están apelando para que el caso de Cortés y Montalvo sean considerados con urgencia.
Los abogados han hecho la solicitud a las tres dependencias encargadas: el Servicio de Inmigración y Ciudadanía (USCIS), la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) y el ICE.
Reisz explicó que el ICE ha dicho que les lleva 60 días juzgar las solicitudes humanitarias aceleradas. Sin embargo, las peticiones originales han estado pendientes por más de 90 días.
“No tengo ni una multa de tránsito, pagué mis impuestos como debía mientras estuve en Estados Unidos, y estoy muy agradecido con ese país. Solo les pido que me dejen estar al lado de mi hijo”, insiste Cortés.
(Con información de Efe)