Nevan Krogan, director del Instituto de Biociencia Cuantitativa del Gladstone y un equipo multidisciplinario de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), han identificado 69 drogas y componentes con potencial para tratar la COVID-19.
A medida que los científicos avanzaban en sus resultados, enviaban muestras de las sustancias al Instituto Pasteur, en París, y a la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai, en Nueva York, para someterlos a pruebas. Hasta el momento, 47 mostraron “fuertes pautas para el tratamiento” y se identificaron “dos mecanismos separados” sobre el modo en que interceptarían al SARS-CoV-2, según sintetizaron en un primer estudio.
Los ensayos dieron toda clase de resultados: “Algunas drogas servían para combatir el coronavirus, mientras que otras hacían que las células resultaran más susceptibles a la infección”. Pero, en general, las conclusiones más reveladoras fueron dos, destacó Krogan:
“Encontramos drogas individuales que parecen prometedoras para combatir el coronavirus (o que pueden hacer que las personas sean más susceptibles a él)" y “sabemos, a nivel celular, por qué sucede eso”.
Entre los principales resultados obtenidos por los investigadores de UCSF, sobresale que identificaron dos grupos de sustancias que afectan al virus de dos maneras diferentes, una de las cuales no había sido descrita antes.
“El primer grupo interrumpe la traducción del mensaje del ARN, que es uno de los pasos finales que da el coronavirus para multiplicarse. Actualmente se emplean para tratar el mieloma múltiple: son la ternatina-4 y la zotatifina. Parecen combatir la COVID-19 al unirse a las proteínas que la célula necesita para traducirse e inhibirlas”, anunció Nevan Krogan, quien encabezó el estudio.
Según Infobae, actualmente está en estudio una molécula similar a la ternatina-4, el medicamento Aplidin, un antitumoral de origen español cuyo principio activo es la plitidespina. Luis Mora, director de la empresa que lo produce, PharmaMar, dijo que sus efectos contra el COVID-19 podrían ser “mil veces superiores a los que consigue el remdesivir”, el antiviral de Gilead aprobado por la FDA.
En cambio, la zotatifina apunta a otra proteína. El equipo de investigación de UCSF trabaja actualmente con el laboratorio que la produce, eFFECTOR Therapeutics, para comenzar cuanto antes los ensayos clínicos. Según explicó el director ejecutivo de la firma, Steve Worland, a diferencia de los otros antivirales esta molécula, originalmente creada contra el cáncer, no apunta al virus sino que actúa sobre las células que el SARS-CoV-2 secuestra.
“El segundo grupo de drogas que identificamos funciona de manera completamente diferente”, siguió Krogan. Opera sobre los receptores sigma, una proteína presente en muchos tejidos del cuerpo humano, con gran concentración en el sistema nervioso, por el cual se la asocia a conductas adictivas, trastornos de personalidad y depresión, pero también se lo ha identificado en la función cardiovascular y el cáncer.
En los laboratorios se identificaron siete drogas o moléculas que interactúan con esos receptores: “Dos antipsicóticos, el haloperidol y la melperona, que se utilizan para tratar la esquizofrenia, mostraron actividad antiviral contra el SARS-CoV-2. Dos potentes antihistamínicos, la clemastina (o meclastina) y la cloperastina, también mostraron actividad antiviral, al igual que el compuesto PB28 (un derivado de la piperazina) y la hormona femenina progesterona”.
Del mismo modo que con el grupo anterior, en este conjunto de medicamentos también se encontró uno que tiene el efecto contrario y ayuda a la infección de COVID-19: el dextrometorfano, un ingrediente que se suele encontrar en las medicaciones para suprimir la tos.
“Todos estos hallazgos, aunque son interesantes, pero se deben someter a ensayos clínicos”, subrayó varias veces el artículo publicado por The Conversation. Son teóricos: no son indicaciones para tomar, o dejar de tomar, cualquiera de esos medicamentos en respuesta al COVID-19, enfatizó Krogan.