La vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, llegó nuevamente a Cuba tras recibir permiso de la Justicia de su país para pasar el Año Nuevo con su hija, Florencia Kirchner, quien recibe tratamiento médico en La Habana.
La expresidenta argentina (2007-2015) arribó a Cuba el sábado por la tarde en el que es su octavo viaje a la isla para ver a su hija, y el primero desde que asumiera la Vicepresidencia el pasado 10 de diciembre, mismo día en el que Alberto Fernández se convirtió en el presidente de la nación.
Los tribunales orales federales 2 y 5, encargados de juzgarla por tres casos de supuesta corrupción, otorgaron a la vicepresidenta el permiso para abandonar el país desde el 28 de diciembre hasta el 12 de enero.
Esta vez, también aprobó el pedido el fiscal Diego Luciani, quien en las siete ocasiones anteriores había denegado la autorización.
La hija menor de los Kirchner recibe tratamiento médico en la capital cubana desde el pasado febrero por un "trastorno de estrés postraumático" y dolencias secundarias como un síndrome purpúrico y un linfedema ligero en las piernas.
Florencia había viajado a la isla para realizar un curso para guionistas de cine, pero tras el vuelo su estado de salud se habría deteriorado sensiblemente y al momento de evaluarla le prohibieron viajar en avión, y por lo tanto no pudo volver a su país.
PUENTE AÉREO
El puente aéreo entre Buenos Aires y La Habana tuvo este año como pasajera frecuente a Fernández, cuyos viajes necesitan un permiso especial, el de la Justicia que la investiga por múltiples casos de presunta corrupción, lo que convierte cada visita al país caribeño en objeto de debate nacional para una persona acostumbrada a sembrar odios y amores a cada paso que da.
Revisar la maleta, agarrar el pasaporte y comunicarse con los diferentes tribunales que la investigan son los requisitos que debe realizar previo a cualquier viaje, si bien es cierto que en ninguna ocasión la Justicia le impidió acudir al encuentro de Florencia, ingresada en una clínica cubana desde febrero aquejada de "trastorno de estrés postraumático".
UNA NUEVA POLÉMICA
La vicepresidenta ya voló a Cuba tras los comicios del pasado 27 de octubre que la devolvieron al Gobierno, aunque este sábado por la tarde aterrizó en la isla por primera vez desde que asumió el cargo el 10 de diciembre, un viaje que generó una nueva polémica por la financiación del mismo.
Un diario local publicó que el Senado, que preside Fernández, destinaría fondos para pagar el viaje, ante lo que la Cámara Alta salió al paso con comunicado que negaba esta información .
"El Honorable Senado de la Nación informa que la presidenta del cuerpo pagó de su bolsillo el pasaje para ir a visitar a su hija a la República de Cuba", afirma el comunicado, que suscitó controversia por la forma en que Fernández utilizó los canales de difusión institucionales.
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UN PAÍS ESPECIAL
Cuba tiene un significado especial para la viuda del también expresidente Néstor Kirchner (2003-2007), más allá del tratamiento que presta a su hija menor, y es su cercanía con los ideales y líderes del país, que el actual mandatario cubano, Miguel Díaz-Canel, resumió al afirmar que el triunfo electoral de Alberto Fernández y su vicepresidenta es "un triunfo también de la revolución cubana”.
"Para los cubanos ustedes son totalmente entrañables por varias razones, por Martí, por el Ché, por Fidel, por Raúl, por los lazos que hemos tenido en nuestra historia (…). Hemos vivido este triunfo como un triunfo también de la revolución cubana”, aseguró el líder cubano en Buenos Aires durante su última visita.
Díaz-Canel fue el primer mandatario internacional que arribó al país para la investidura de Alberto Fernández, dos días antes de la ceremonia, y aprovechó su estancia para llevar adelante una agenda con reuniones, homenajes y la primera visita de un jefe de Estado extranjero a la Casa Rosada tras la asunción del nuevo Gobierno peronista.
FLORENCIA, EN EL OJO DEL HURACÁN
El peso del apellido Kirchner se hizo notar también para los hijos del matrimonio presidencial, quienes por distintas razones estuvieron y están bajo los focos del interés mediático.
El primogénito, Máximo, dirigió la Cámpora -agrupación juvenil kirchnerista- durante varios años y ahora lidera el bloque del oficialista Frente de Todos en la Cámara de Diputados, mientras que la menor, Florencia, mantuvo un perfil más bajo pero con apariciones mediáticas como cuando colocó la banda presidencial a su madre en el inicio de su segundo mandato.
Los dos hermanos están también involucrados en algunas de las causas judiciales que investigan a la familia: las conocidas como Hotesur y Los Sauces, que tratan presuntas tramas de corrupción y lavado de dinero.
En 2016 la Justicia embargó los 4,66 millones de dólares que contenían unas cajas de seguridad propiedad de Florencia, así como 1,03 millones de una cuenta bancaria y 53.280 pesos (unos 850 dólares actuales) de otra, un dinero que ella dijo que era producto de la herencia de su padre y de la cesión de gananciales que efectuó su madre.
Cuando trascendió la enfermedad de Florencia, que le impidió regresar del curso para guionistas que realizaba en Cuba, Cristina achacó sus dolencias a la "persecución feroz" a la que fue sometida.
"Mi hija Florencia, producto de la persecución feroz a la que fue sometida, empezó hace ya un tiempo a tener severos problemas de salud. El brutal estrés que sufrió devastó su cuerpo y su salud", aseguró la vicepresidenta en un video publicado en las redes sociales en marzo de este año.
La Justicia argentina solicitó informes sobre el estado de salud de Florencia y decretó que debería presentarse cada 15 días en la embajada argentina en el país, además de convertirse en filtro obligatorio cada vez que la exmandataria deseara visitar a su hija en Cuba, donde en esta ocasión permanecerá hasta el próximo 12 de enero, cerrando un año que la unió, aún más, a un país amigo.
(Con información de EFE)