Europa endureció su tono hacia China, con mayores reclamos por transparencia sobre el origen del nuevo coronavirus y su gestión sobre el avance de la pandemia.
Las potencias del Viejo Continente, históricamente más cercanas a Washington que a Beijing, aumentaron su colaboración con Xi Jinping, pero han dejado claro que los brazos no están del todo abiertos teniendo en cuenta el manejo dudoso de la pandemia.
Los principales países democráticos unieron sus voces para protestar por la mala praxis que la autocracia de Xi Jinping hizo durante el inicio del brote producido en Wuhan, epicentro epidemiológico, donde en lugar de advertir al resto del mundo, Beijing silenció y reprimió a quienes encendieron luces de alerta revelando lo que ocurría con una nueva neumonía similar a la del SARS.
El presidente francés Emmanuel Macron ya había manifestado su recelo sobre el origen de la enfermedad. “Hay sin duda cosas que ocurrieron y que desconocemos”, expresó la semana pasada en una entrevista al diario Financial Times. No se trató de un comentario aislado. Este lunes, el jefe de la diplomacia francesa, el ministro Jean-Yves Le Drian, dijo que esperaba mayor respeto por parte de China y llevó la crisis al tablero mundial.
“Beijing juega a la fragmentación de la UE. La pandemia es la continuación, por otros medios, de la lucha entre las potencias”, acusó, en una entrevista con Le Monde.
Por su parte, el Reino Unido ya había expresado algunos reparos hacia el régimen. El ministro de Exteriores, Dominic Raab, quien encabeza el gobierno mientras el premier Boris Johnson todavía se recupera del coronavirus, lanzó un mensaje hacia Xi, luego de una teleconferencia de los países del G-7, organizada por EE. UU.
“Tenemos que examinar todos los aspectos, y de una manera equilibrada, pero no hay duda que todo no puede continuar como si no hubiera pasado nada”, comentó Raab. Más puntualmente, sobre las dudas que persisten, añadió: “Tendremos que plantear preguntas difíciles sobre la aparición del virus, y sobre por qué no pudo ser parado antes”.
Este lunes, aunque con un tono de menor confrontación, fue el turno de Alemania. La canciller Angela Merkel le pidió a Beijing que sea lo más transparente posible sobre la información que tenga del origen del coronavirus.
“Cuanto más transparente sea China sobre la génesis del virus, mejor será para todo el mundo”, a fin de que podamos “sacar las enseñanzas”, comentó.
Sin embargo, el régimen de Xi Jinping no ha dado señales de apertura. Incluso, ha desestimado los pedidos.
Lea también
En referencia a una solicitud realizada por Australia para llevar adelante una investigación independiente sobre la gestión del brote, el vocero del ministerio chino de Relaciones Exteriores, Geng Shuang, respondió que tal solicitud desconoce “los enormes esfuerzos y los sacrificios del pueblo chino” para frenar la propagación del virus, surgido en diciembre en Wuhan.
Además, expresó su rechazo a cualquier “cuestionamiento sobre la transparencia de China en la prevención y control de la situación epidémica”.
Todavía está pendiente un pronunciamiento del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell en cuanto a la propaganda China. Pero el funcionario español ya había advertido en marzo en contra de lo que llamó “la política de la generosidad” como arma de influencia geopolítica.
“A veces se dice que las guerras no se ganan con tácticas o incluso con estrategia, sino con logística y comunicaciones. Esto parece también cierto en el caso del COVID-19″, comentó en referencia a China.
Según la mayoría de investigadores, el nuevo coronavirus fue transmitido probablemente al hombre por un animal. Un mercado de Wuhan fue acusado ya que vendía animales silvestres vivos. Pero la presencia a pocos kilómetros del Instituto de Virología de Wuhan alimenta las especulaciones sobre una eventual fuga del virus desde estas instalaciones sensibles.