El príncipe Carlos, heredero de la corona británica, preparó un mojito y molió caña de azúcar en el último día de su visita a La Habana.
En la última jornada de sus cuatro días en la capital cubana, Carlos y Camila visitaron un "paladar", donde degustaron varios platillos de la gastronomía local y Carlos preparó un "mojito", un cóctel cubano en base a limón, ron, hielo y yerbabuena.
Allí también participó de la molienda de caña de azúcar -importante producto de exportación de la isla- utilizando un aparato artesanal conocido como "trapiche", según imágenes compartidas por la embajada del Reino Unido en Cuba. De ese proceso se extrae un líquido dulce conocido como "guarapo".
Asimismo, el príncipe visitó el Centro de Inmunología Molecular, donde conoció el trabajo de la biotecnología que desarrolla Cuba para tratar el cáncer.
El miércoles la pareja asistió a un espectáculo de danza en el Gran Teatro de La Habana, visitó el parque John Lennon, condujo un descapotable británico antiguo y participó de una reunión con emprendedores cubanos, que representan el 13% de la fuerza laboral del país.
La presencia del príncipe se convierte en un respaldo al turismo, importante actividad económica de la isla, en la cual el gobierno socialista tiene apostadas todas sus fichas, con importantes inversiones de Europa.
En el encuentro intercambiaron sobre el "positivo estado de las relaciones bilaterales basadas en la cooperación y el respeto mutuo". No se informó de ninguna reunión con Raúl Castro, actual líder del gobernante Partido Comunista.
Durante su visita el primogénito de la reina Isabel II asistió también a la ceremonia de inicio de la construcción de un parque fotovoltaico, financiado con capitales privados británicos, y que debe generar 50 MW, convirtiéndose en el mayor del Caribe.