Como es sabido, el régimen de los Castro atraviesa por una crisis económica desde 2018 la cual se ha visto agravada como consecuencia de la COVID-19, y reflejada principalmente en el profundo desabastecimiento que sufren las tiendas y establecimientos comerciales, a excepción de las que comercializan sus productos en dólares.
Ante este panorama, reafirmado en la última semana con la apertura de nuevos establecimientos dedicados a comercializar productos de aseo y alimentos en moneda libremente convertible (MLC), este 27 de julio el diario estatal Juventud Rebelde publicó un artículo titulado "La desfachatez de exprimir al necesitado", donde se vuelve a cargar contra los revendedores y se los acusa de querer dinero fácil, y a pesar de toda la represión por parte del régimen de la que han sido víctima en los últimos meses, se pide que se actué con más fuerza sobre ellos.
"El dinero fácil de obtener, como río revuelto, incita a pescar al proclive a delinquir. Y esta verdad verdadera pasa, digámoslo sin tapujos, hasta por la benevolencia con que se ha tratado ese fenómeno, más visible en el actuar desenfrenado de coleros y revendedores", escribió el periódico Juventud Rebelde.
Con palabras que incitan al odio, algo que no es nuevo en el discurso oficialista, el texto insiste en que los responsables de la escasez de productos básicos que sufre la población son los revendedores, como si las tiendas en MLC no estuvieran abarrotadas de todos esos productos que en estos momentos necesita el pueblo y que no existen en las tiendas en pesos convertibles (CUC) y mucho menos en las de pesos cubanos (CUP).
"Esa plaga a la vista pública, ahora mismo, multiplica los pesos exprimiendo al máximo la necesidad del prójimo que, a veces, sin otra alternativa tiene que morir en sus malsanas manos", escribe Juventud Rebelde y añade: "Llegan al extremo de querer justificar su negocio ilícito con la desfachatez de que le resuelven un problema a la gente cuando, en realidad, esa práctica perjudica el mercado oficial, a la población y manifiesta un irrespeto inadmisible a la Ley".
La realidad de este asunto es que la crisis económica es la responsable, para no señalar las ineficiencias del régimen, del desabastecimiento, el cual a su vez ha provocado que los cubanos estén obligados a hacer grandes colas desde horas tempranas de la madrugada o desde el día anterior, y es aquí donde entran los revendedores, y aunque es ciertos que algunos han hecho de esto un medio de subsistencia, también es cierto que otros ayudan a que personas vulnerables, como las mencionadas, pueden acceder a productos de primera necesidad.
Pasando todo esto por alto, y como si se tratara de una de aquellas novelas policiacas escritas en la isla en los años 80 del pasado siglo, el artículo del Juventud Rebelde señala a los revendedores como parte de alguna organización del crimen organizado, una mafia que opera amparada por la corrupción de empleados y directivos estatales, y que apoyada en su gran poder adquisitivo, se dedica a acaparar todo lo que puede.
"Para rematar esa trilogía, como si fuera irrisoria, la complementan los acaparadores que funcionan de mercado mayorista ofreciendo mercancías al por mayor. ¡¡¡Todos!!! apuntalan sus marañas con un gravísimo accionar corruptor", dice el diario estatal y agrega que "lo ejercen muchas veces con los resultados deseados sobre los empleados de establecimientos y, ¿vaya usted a saber con quién más?, para obtener explícitamente mercancías sin que los jefes de aquellos se den cuenta".
Y como si ya lo anterior no fuera suficiente para convertir todo esto en material de una comedia costumbrista, el texto del Juventud Rebelde agrega que "también captan gente, peso por medio, para convertirlos en coleros y revendedores, preferiblemente mujeres, personas de edad avanzada y hasta discapacitados".
Da la impresión de que se estuviera leyendo alguna de las muchas teorías de la conspiración que pululan por internet, pues si ya lo anterior parecía desbordado, el artículo del diario oficialista argumenta que "ese andamiaje posee sus categorías. El de mayor jerarquía resulta el gran acaparador, mas están los coleros, que operan por su cuenta, y los asalariados del maceta, que pone la plata para que acopien y luego le da una ganancia por realizar la reventa".