El 28 de abril de 1945, el dictador y aliado de Hitler, Benito Mussolini era ejecutado junto a su amante Claretta Petacci, y un día después su cadáver era expuesto ante los italianos en la Plaza de Loreto de Milán.
La noticia correrá con una velocidad inusitada pero comprensible y la plaza se irá llenando de gente. Hay 18 muertos, cuerpos inertes tirados en medio de la plaza, algunos cuelgan. Uno eclipsará a los demás. Todos distinguen a Benito Mussolini del resto.
La gente al reconocerlo comienza a tirarle verduras, según los historiadores del “Il Duce”. Luego van a las pedradas sobre el cuerpo inerte del dictador aliado de Hitler en la II Guerra Mundial.
Las imágenes del momento hablan por sí solas: una mujer se abre paso entre la multitud, se para sobre él y orina sobre los restos del que fuera el hombre más poderoso de Italia desde 1922.
Otro italiano en la plaza, saca un arma y le pega cinco tiros al cuerpo, como si quisiera volver a matarlo. “Un tiro por cada hijo que me mataste”, se le oye gritar.
Varios jóvenes toman el cuerpo de Mussolini, el de la única mujer que yace muerta y el de otros tres personajes del gobierno del dictador y los llevan hacia una de las esquinas de la plaza. Cuelgan de los pies a los cinco cadáveres de unas vigas metálicas que cruzan el techo de una estación de servicio.
Mussolini gobernaba Italia desde hacía más de 20 años. En 1940 ingresó en la Segunda Guerra Mundial aliándose a Adolf Hitler. Tomó el norte africano convirtiendo a Etiopía en colonia italiana.
El Rey Vittorio Emannuele lo quitó del gobierno en julio de 1943. Lo confinaron en un lujoso hotel alpino de dónde fue rescatado por soldados del ejército nazi. Luego de parlamentar con Hitler, Mussolini retornó a Italia y se erigió como máxima autoridad de la República Social Italiana o la República de Saló, un estado títere que obedecía a los designios nazis.
El 25 de abril de 1945 el poder de Mussolini, que algún momento pareció eterno, se acabó definitivamente. Abandonó a su esposa y a sus hijos más chicos, que unos días antes habían viajado a Como para esperarlo.
A ella le escribió una carta: “Quisiera que me perdones por todo el daño que involuntariamente te hice. Tú sabes que siempre fuiste la única mujer que realmente amé. Lo juro por Dios”.
El plan original era alcanzar la frontera con Suiza y en tierras helvéticas subir a un avión que lo esperaba para llevarlo hasta Baviera. Estuvo cerca. Pero todos fueron detenidos en el intento de fuga.
A las 16 horas del 28 de abril, Mussolini y Clara Petacci fueron bajados del vehículo ante la puerta de una mansión, la Villa Belmonte. Allí, un militante partisano, abrió fuego. Ambos cayeron muertos tras varios disparos.
Luego del linchamiento público se descolgaron los cuerpos. Mussolini fue enterrado en una tumba sin nombre en un cementerio de Milán. Pero poco después un joven militante fascista, lo descubrió y lo desenterró.
En 1957, las autoridades italianas devolvieron el cuerpo a la viuda de Mussolini. Fue depositado, desde entonces, en la bóveda de su familia.