En Colombia, acerca de 20.000 animales silvestres viven en 23 zoológicos y acuarios del país; desde hace muchos años vienen rescatando animales de traficantes y comerciantes ilegales para dedicarse a su cuidado y luego liberarlos en sus hábitats naturales, pero, debido al aislamiento obligatorio, se vieron puestos a cerrar sus puertas.
Debido a esto, en países como en Alemania, en el estado de Schleswig-Holstein, el zoológico de Neumünster, que cuenta con más de 700 animales, tiene en lista a los animales que serán sacrificados si la situación que estamos viviendo no cesa o disminuye; dentro de esta lista se encuentran cabras y ciervos que servirán de alimento para linces, águilas y para el oso más grande de Europa que habita en este zoológico, esto se debe a que no recibe subsidios por parte del Estado.
A diferencia, en Colombia, el ambiente es patrimonio común de la humanidad y necesario para la supervivencia y el desarrollo económico y social de los pueblos, y los animales son propiedad del Estado, por lo que no permite sacrificarlos para alimentar a otros animales, según el Código Nacional de Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente, Decreto 2811 del 18 de diciembre de 1974.
12 trabajadores se fueron a vivir al zoológico de Cafam en Melgar, Tolima, para cuidar a los animales. Mientras que en Santa Marta, los biólogos del Acuario, aprovechando el aislamiento y la ausencia de turistas y embarcaciones, dejan que los delfines nariz de botella se den un paseo en mar adentro, por lo que residentes aledaños a la bahía pueden apreciar de un gran espectáculo.
El Ministerio de Ambiente inició la campaña ‘No están solos’ para garantizar la protección de estos animales, además donará setecientos millones de pesos ($700’000.000) para el zoológico de Santa Fe en Medellín y 400 millones de pesos ($400’000.000) para el zoológico de Cali.
Asimismo, los zoológicos están creando programas de ayuda o de adopción a través de las redes sociales y en las páginas lanzan campañas de apoyo por parte de las personas y entidades o empresas.
Para Andrea Padilla, concejal de Bogotá y animalista, los zoológicos deberían desaparecer, “El cautiverio de animales en entornos artificiales y su exposición al público es un modelo éticamente indefendible. Hace mucho dejaron de ser lugares de educación ambiental (si alguna vez lo fueron) y de conservación hacen poco o nada. En el caso de Colombia se han convertido en lugares de acogida de animales víctimas de tráfico, comercio y tenencia ilegales. Ese es su valor”.
Los expertos esperan que con esta situación, los animales se vayan adaptando nuevamente a la vida salvaje, ya que para muchos, el país debería optar por la misma medida que se tomó en Tailandia, en el Campamento de Elefantes de Maesa (Maesa Elephant Camp), liberando a los paquidermos cerca del campamento en su nuevo hábitat donde tienen toda la libertad sin restricciones del ser humano.
Foto: Bioparque Ukumarí