La crisis del combustible en Venezuela, con sus largas colas de automovilistas a las entradas de las gasolineras de las ciudades populosas, tiene una faceta aún más sombría, aunque quizá menos evidente, en el campo: los tractores y otras máquinas para la siembra están varados, y el país podría estar al borde de la hambruna.
Así lo destacó este jueves un reportaje de Bloomberg, retomado por el portal de noticias Infobae.
Según el informe, Venezuela está ahora al borde de la hambruna, advirtió el International Crisis Group, y más de la mitad de la tierra utilizada el año pasado para cultivar vegetales no será replantada, según la federación agrícola Fedeagro.
El reporte destacó el caso del agricultor Roberto Latini, quien teme que su oportunidad para plantar los cultivos de este año se esté alejando rápidamente, debido a la falta de combustible y otros factores propios de la crisis que vive el país.
El productor tenía pensado sembrar maíz, pero no pudo encontrar el combustible para operar sus camiones y equipos antes de que terminara la estación seca.
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Entonces pensó en cultivar arroz, que se puede plantar incluso con fuertes lluvias. Semanas después, el combustible aún escasea y, “mientras más pasa el tiempo, más tarde se hace para sembrar”, dijo Latini.
La finca está ubicada en la región agrícola de Turén, y el productor dijo que su única opción es esperar todo el día en una estación de servicio -el límite diario de 30 litros (7,9 galones) no es suficiente- o desembolsar US$4 por litro (US$15 por galón) en el mercado negro.
Una ironía en una nación que tiene las reservas de petróleo más grandes del mundo, pero la escasez de combustible se ha vuelto tan grave que los campos se están quedando vacíos, puntualizó el reporte.
“Empezaremos a ver las consecuencias de esto en los próximos meses”, señaló el presidente de Fedeagro, Aquiles Hopkins.
Campos petroleros en toda Venezuela se han cerrado en medio de la campaña de EE.UU. para aislar a la nación de los mercados mundiales, destacó el informe.
Queriendo sortear la situación, el régimen venezolano maniobró para importar combustible desde Irán, pero un reportaje de ADN Cuba reveló, hace unas semanas, que esa gasolina solo alcanzará para abastecer un promedio de 37 días.
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Al noreste, el productor de maíz Celso Fantinel dijo que no ha visto sus campos en días. El precio del combustible significa que no puede permitirse hacer el viaje de ida y vuelta de 220 millas (más de 350 kilómetros) con mucha frecuencia.
La escasez de combustible y pesticidas, junto con la falta de crédito, lo han obligado a reducir sus cultivos a solo 300 hectáreas (741 acres) de maíz, menos de un tercio de lo que solía sembrar, subrayó el reportaje.
Las máquinas de siembra de Fantinel usan diésel, que está exento de las sanciones estadounidenses, pero aún es escaso y costoso. La petrolera estatal PDVSA, con claros problemas de liquidez, no puede fabricar ni importar lo suficiente.
“Como productor, sin combustible no puedes cubrir el día a día de tu finca”, dijo Fantinel. “Si tienes que traer a un técnico del pueblo, un repuesto, o incluso comida para los trabajadores, es imposible”.
Unos 9,3 millones de venezolanos, o un tercio de la población del país, no tienen suficiente alimento para comer o están desnutridos debido a la cantidad y calidad de ellos, según un informe de este año de 16 organizaciones, incluidas agencias de las Naciones Unidas y la Unión Europea.