Remolcador "13 de Marzo", 26 años de un crimen aún pendiente de justicia

Este 13 de julio se cumplen 26 años de uno de los crímenes más atroces del régimen dictatorial cubano: el hundimiento del remolcador “13 de Marzo”, en el que perdieron la vida 41 personas, sin que hasta hoy haya habido justicia
 

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Este 13 de julio se cumplen 26 años de uno de los crímenes más atroces del régimen dictatorial cubano: el hundimiento del remolcador “13 de Marzo”. Un crimen en el que perdieron la vida 41 personas, incluidos al menos 10 niños de entre seis meses y 12 años de edad, pero que aún hoy está pendiente de justicia y por el que siguen sufriendo sobrevivientes y familiares de las víctimas mortales.

La dictadura cubana ha hecho todo lo posible por esconder las implicaciones criminales e inhumanas del suceso. Auxiliada por su aparato propagandístico y sus órganos represivos se empeña en hacer prevalecer al interior de la isla sus líneas de mensaje y su interpretación manipulada del hundimiento, así como en silenciar a todas las voces que han contradicho el discurso oficial.

Sin embargo, desde el año del crimen, con el buen trabajo periodístico desplegado en ese entonces por Radio Martí y activistas cubanos de derechos humanos, comprobó cómo ya empezaba a perder la batalla informativa, esa en la que en la actualidad va cuesta abajo con el desarrollo del internet y las nuevas tecnologías, y el surgimiento de varios medios alternativos que cumplen mejor que los oficialistas el rol de informar a los cubanos.

Al régimen sólo le queda seguir bloqueando emisoras, televisoras y sitios informativos, e intentar seguir silenciando, represión mediante, a opositores, activistas y periodistas independientes. No obstante, en casos como el del remolcador, sabe y está consciente que su versión no convence más que a unos cuantos.

Unos cuantos que no podrán impedir que la justicia llegue finalmente para las víctimas de ese crimen y otros tantos que se han cometido en el pretendido ‘paraíso comunista’, ese bajo el que las arbitrariedades siguen estando a la orden del día y las libertades políticas y civiles no podrán verse materializadas.

El hecho

Era la madrugada del 13 de julio de 1994, uno de los años más agudos de la severa crisis económica en la que se sumió Cuba tras el colapso del socialismo en la Unión Soviética y Europa del Este, eufemísticamente llamada por el extinto Fidel Castro como Período Especial en tiempos de paz.

Muchos cubanos veían en el abandono de la isla por cualquier medio posible la única solución a su precaria existencia, por lo que 72 de ellos intentaron huir hacia Estados Unidos a bordo del remolcador "13 de Marzo". 

Desgraciadamente para ellos, lo que sería de por sí una travesía riesgosa por los peligros inherentes del mar, terminó siendo una catástrofe por el actuar premeditado de hombres guiados por impulsos –u órdenes- de venganza, frustración y castigo.

El “13 de Marzo” y sus aventureros tripulantes fueron interceptados y hundidos por los remolcadores Polargo 2, Polargo 3 y Polargo 5, según aseguraron algunos de los 31 sobrevivientes.

En testimonios recogidos por Radio Televisión Martí, varios de estos afirmaron que los tripulantes de los Polargos, enviados por el gobierno de Cuba, “fueron los causantes del hundimiento del "13 de Marzo", de la muerte por ahogamiento de decenas de civiles”, y de la negativa inicial de auxilio a los sobrevivientes que quedaron en el mar en medio de la noche y el oleaje.

“Las embestidas y los chorros de agua a presión lanzados desde los Polargo, embarcaciones de salvamento y lucha contra incendios equipadas con cañones de agua, causaron el hundimiento de la nave y la muerte de 41 personas. 

Algunos murieron ahogados al inundarse la bodega del barco, otros fueron arrebatados por los potentes chorros o se escurrieron de los brazos de sus padres entre la negrura de la noche y el oleaje de un mar con fuerza 3 junto con el provocado por los agresores que hacían remolinos alrededor de los restos del provocado naufragio”, relató el periodista Rolando Cartaya en un artículo para el referido medio en 2016, a 22 años del siniestro.

El descrédito de la versión “oficial”

Desde la perpetración del crimen, el régimen intentó ocultarlo y hacerlo ver como la trágica consecuencia de un enfrentamiento entre el “pueblo revolucionario” y vulgares “ladrones” que intentaban privar a un “país bloqueado” de parte de su patrimonio.

La primera información del gobierno al respecto fue una nota del Ministerio del Interior (Minint) publicada en el Granma al día siguiente del hundimiento. En ese ardid informativo, el oficialismo aseguraba que la embarcación había “zozobrado” con “antisociales” a bordo.

Sin embargo, ante la fortaleza de la versión dada por Radio Martí, con entrevistas y testimonios de sobrevivientes y activistas, y ante los rumores que calaban más hondo en el sentir popular que la escueta nota oficial, el Minint y Granma tuvieron que hacer un seguimiento informativo y reconocer que se habían enviado tres embarcaciones a darles alcance a quienes habían hurtado el remolcador, y que “en las maniobras ejecutadas para cumplir ese objetivo” se produjo la “lamentable colisión” que hizo naufragar al 13 de marzo.

Los nuevos matices aportados en esa segunda nota sumieron en el descrédito a la versión oficial, que nada esclareció ni ha esclarecido hasta hoy sobre por qué los pasajeros de las embarcaciones Polargo, pese a contar con salvavidas y equipo de auxilio, optaron por dejar a su suerte a los sobrevivientes de un crimen que ellos mismos cometieron con el lanzamiento de chorros de agua y las colisiones provocadas.

Asimismo, tampoco se precisa por qué las lanchas Griffin de Guardafronteras, que participaron en el tardío rescate, presenciaron el enfrentamiento entre las Polargo y el “13 de Marzo” sin intervenir, lo cual sólo hicieron cuando el daño mayúsculo ya estaba hecho.

Son muchos cabos sueltos que consagran la visión de que se trató un crimen hecho con premeditación y alevosía, muy posiblemente ordenado desde la férrea cúpula de poder en la isla, quizás con la intención de dar un escarmiento a todos aquellos que pretendían abandonar por cualquier medio un país hundiéndose.

Sin embargo, más allá de consolidar y evidenciar su naturaleza dictatorial e inhumana, el régimen no consiguió nada con el crimen. Menos de un mes después del hundimiento, el 5 de agosto de 1994, los sucesos del Maleconazo le recordaron que es tan frágil como cualquier otro régimen y que un pueblo insatisfecho lo puede barrer en sólo horas.

En esa ocasión lo salvó el carisma y el capital del que aún gozaba el gran dictador, ese que ya no está y que ninguno de los actuales podrá emular en una situación similar. De ahí que, pese a la crisis que se vive y aparenta ser más severa, se eviten los apagones, crímenes evidentes e indignantes a gran escala y otras graves medidas que terminen encendiendo de nueva cuenta, y quizás finalmente, la mecha de la rebelión.

 

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