Desde el pasado mes de marzo, la gran mayoría de los cubanos despiertan temprano en la mañana para sintonizar justo a las nueve la conferencia del doctor Francisco Durán sobre la evolución de la COVID-19 en el país.
En los diversos partes, el director del departamento nacional de Higiene y Epidemiología del Ministerio de Salud Pública suele hacer análisis y ofrecer muchos números y estadísticas, en aras de transmitir la información lo más precisa posible.
Sin embargo, hay cuestiones que escapan de su área de poder y es “obligado” silenciarlas, sea porque involucran instituciones estatales o ponen en tela de juicio las políticas gubernamentales.
El pasado 12 de agosto, Durán informó de un ciudadano positivo a la COVID-19 procedente del municipio Matanzas, cuya fuente de infección se investiga. Lo que calló el especialista, es que el paciente de 22 años de edad es bailarín de uno de los hoteles en Varadero (Tuxpan, según confirma un oficial del Ministerio del Interior que prefirió mantener el anonimato).
De los siete contactos de esa persona mantenidos en vigilancia, dos resultaron positivos tras el PCR en tiempo real realizado –uno de ellos también trabajador en el balneario de Varadero-. Pese a ello, Durán omitió la información en la conferencia de este domingo y solo dio a conocer un caso de la provincia de Matanzas: una ciudadana de 79 años, específicamente del municipio de Cárdenas, que viajó reciente a La Habana en busca de paquetería.
Lo anterior nos hace preguntarnos por qué el Gobierno cubano, que se jacta de ser "transparente" en lo relativo a la COVID-19, silencia toda información que relacione la pandemia con el turismo.
Como es sabido, ese sector es una de las principales apuestas de la gestión del mandatario Miguel Díaz-Canel para impulsar la endeble economía cubana. Por ello, aún en tiempos de pandemia, se estimula la construcción de grandes hoteles tanto en La Habana como en Varadero, principales polos turísticos del país.
No obstante, la expansión de la COVID-19 ha frenado el turismo a nivel global y Cuba no ha escapado de ello. Desde la reapertura de los islotes que bordean el archipiélago nacional el pasado primero de julio, solo han arribado cuatro turistas provenientes de Nassau, Bahamas, que se albergaron en el hotel Pullman de Cayo Coco.
En aras de contrarrestar la ausencia de viajeros foráneos, el gobierno de la Isla estimuló el turismo nacional, con supuestas ofertas tanto en dólares como en peso cubano convertible, cuc.
Como se esperaba, la mayoría de los turistas que ocuparon al comienzo –y aún lo hacen- Varadero procedían de La Habana, provincia más afectada por la pandemia, que regresó recientemente a la cuarentena.
Yeny, una de las capitalinas que se hospedó en el hotel Tuxpan a finales del mes de julio, nos comenta a ADN Cuba que le llamó mucho la atención cómo se violaban las medidas higiénico-sanitarias en el trayecto:
“Lo primero a señalar es que no nos hicieron ningún examen previo. Una vez que nos montamos en la guagua en el punto de recogida de La Cecilia, la gente se quitó el nasobuco y ni siquiera quien estaba al frente del viaje exigió su uso.
“Ya en el hotel, me sorprendió que permitieran a las personas desandar la instalación y entrar al buffet desprotegidas, pese a que las mesas estuvieran separadas y les obligaran a echarse el gel de manos. Aunque me sentí algo segura, supe que era cuestión de tiempo que regresara nuevamente el coronavirus a Varadero”.
Con lo que nunca contó Yeny ni ninguno de los visitantes, es que el gobierno ocultaría información para evitar el pánico de la población y proteger el turismo en la zona, aunque expusiera su salud.
En aras de paliar la situación o tal vez por el rebrote de la pandemia, las autoridades decidieron reciente intensificar las medidas de protección en las instalaciones hoteleras y las exigencias para los turistas nacionales.
En lo adelante, deberán presentar un examen negativo certificado por su policlínico con 48 horas de antelación para viajar. Además, tendrán que usar obligatoriamente una mascarilla cuando circulen por las calles o espacios cerrados de Varadero.
La postura precipitada del Gobierno no le deja bien parado, pero quizás es entendible porque en estos días vive horas bajas producto de las dificultades para reimpulsar la economía, las constantes críticas de los ciudadanos por el hambre y el desabastecimiento en las redes de tiendas, las limitaciones que le supone el bloqueo y el nuevo rebrote de la COVID-19.