Los demócratas revelan cómo Biden ganaría las elecciones con el voto por correo

Lo tienen planeado, y aseguran que el voto por correo le dará la victoria a Biden. Ya empiezan a decir que la noche electoral del 3 de noviembre probablemente no se puedan tener los resultados de la elección.
Trump y Biden
 

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El Partido Demócrata tiene el firme propósito de que no se repita la historia del 2016, cuando, contra lo que pronosticaban todas las encuestas, Hillary Clinton sufrió una humillante derrota electoral a manos de Donald Trump. Ahora, todo lo tienen planeado, y aseguran que el voto por correo le dará la victoria a Biden. Ya empiezan a decir que la noche electoral del 3 de noviembre probablemente no se puedan tener los resultados de la elección.

Pero ¿de dónde salen estas afirmaciones?

Pues nada más y nada menos que de Mike Bloomberg. Mini Mike, como le llama el presidente Donald Trump, no conforme con su fracasada campaña electoral para ganar la candidatura demócrata, en la que invirtió cientos de millones de dólares, creó la firma de análisis electoral Hawkfish, una empresa creada por demócratas para fabricar información falsa a favor de los demócratas. Esta gente, con absoluto descaro, ha dicho, en una entrevista con Axios, que Joe Biden ganará las próximas elecciones, pero que su triunfo sólo será posible determinarlo varios días después.

Esta predicción la basan en el coronavirus. Según ellos, la epidemia provocará que el voto por correo adquiera niveles nunca antes vistos, y que hasta un 40% de los electores votaría por correo. Y que por lo tanto esas papeletas se contarán más tarde que las depositadas en las urnas el día de las elecciones.

 Hawkfish asegura que la noche del 3 de noviembre, en un principio, Trump aparecería como ganador por el voto físico de ese día en las urnas, pero que eso sólo sería un “espejismo”, porque después cuando se cuenten las boletas por correo, Biden revertiría el resultado.

El presidente Trump reaccionó de inmediato diciendo en Twitter: “¿Elección amañada?”

Pero, ¿esto es posible?

El director ejecutivo de la compañía Hawkfish, Josh Mendelsohn, le dijo a Axios, que Trump podría tener una ventaja proyectada de 408-130 votos electorales en la noche de las elecciones, si sólo se hubiera contado el 15% de las boletas de voto por correo, pero que una vez que se hubiera contado el 75% de las boletas por correo, quizás cuatro días después, la ventaja podría cambiar a favor de Biden.

Esto es una total falacia argumentativa de generalización apresurada, porque es una declaración general sin evidencia de ningún tipo que la respalde, una suposición ilógica con conclusiones injustificadas y exageraciones. Pero también es una falacia causal, porque a este argumento de Menselsohn le falla la lógica al identificar la causa que provocaría que Biden ganara las elecciones; es decir, que concluye que las boletas por correo, al cierre de las elecciones no se habrán contado más que en un 15%. O sea, que basa toda su tesis en una causa probable de la que no tiene ninguna evidencia para hacerlo.

Lo que Josh Mendelsohn le dijo a Axios es una brutal patraña. Una nube de humo, una mentira burda, que la izquierda socialista empieza a divulgar para justificar un improbable triunfo de Joe Biden.

¿Por qué es imposible que un 40 o incluso un 50% del voto por correo haga revertir las elecciones?

Porque así no funciona el proceso de votación por correo ni la forma de contabilizar ese boletaje. Una exempleada del Departamento de Elecciones de Miami Dade, que no quiso revelar su nombre, nos dijo que es imposible que el conteo de las boletas se extienda más allá de la noche del 3 de noviembre, a no ser que en algún colegio electoral los resultados estén muy apretados o que haya necesidad de ir a algún reconteo de votos. La mujer nos explicó, cómo es el proceso de los votos que se envían por correo.

En primer lugar, los votantes tienen una fecha límite para solicitar su boleta y una fecha límite para que esta llegue al colegio electoral. El plazo para pedir una boleta vence el 24 de octubre a las 5 de la tarde. Y si la solicitud llega después de ese tiempo, aunque tenga un matasellos de días antes, es una solicitud no válida.

En segundo lugar, las boletas enviadas de regreso por los votantes, deben ser recibidas antes de las 7 p.m. el día de las elecciones. Si llegan después, no son contadas.

Por otra parte, muchas personas que piden boletas no las envían por correo, sino que las depositan en los lugares de votaciones anticipadas en buzones seguros. Igualmente, muchos electores esperan al día de las elecciones y llevan la boleta en persona a alguno de los cuatro lugares designados el día de las elecciones, para ser depositadas en un buzón seguro. Ninguna boleta puede ser depositada en esos buzones después del cierre electoral.

Y en tercer lugar, todas las personas que envían su boleta por correo pueden seguir la trayectoria de su voto a través del sitio web del Departamento de Elecciones.

Entonces, ¿por qué los demócratas están fabricando un escenario en el que habría que esperar varios días para declarar ganador a Biden; un escenario que, por demás, supone que la mayoría de los votantes por correo en esta elección serán demócratas? 

Porque es la única manera en que pueden hacernos creer que Biden es en realidad el candidato preferido de los votantes. Pero los fabricantes de esta falacia apuestan a que el electorado no sabe cómo se realiza el conteo de votos.

La verdad es que, aunque sea un 40 o un 50% del electorado el que elija votar por correo, la mayoría, y esa ha sido históricamente la tendencia del voto por correo, envía su boleta con anticipación. Y a esos votos se les hace la verificación de nombre y firma en cuanto llegan y son colocados en las maquinas de votación. El mismo proceso se hace con el voto anticipado, pues una buena parte del electorado elige votar antes del día de la elección. En la práctica, los centros de votación tienen la capacidad humana y la infraestructura para procesar cualquier volumen de votantes que se presente físicamente el día de la elección y de todas las boletas depositadas ese día en los buzones designados.

Por lo tanto, sea cual sea la cantidad de votos que se emitan por correo, eso no retrasaría el conteo durante días, tal y como alega Josh Mendelsohn. Porque es una absoluta falsedad que, para el día de las elecciones, sólo se habría contado un 15% de las boletas por correo, como también es falso, que un 85% de las boletas enviadas por correo llegarán antes de las 7 de la noche del 3 de noviembre.

Estamos hablando de que nadie que quiera que su voto sea contado, mandará la boleta dos o tres días antes. Porque el proceso en las oficinas de correo locales se va a demorar al menos dos días en procesar y enviar la correspondencia.

Algunos analistas, como Nigel Farage, el arquitecto del Brexit británico, y Raheem Kassam, editor jefe  de The National Pulse, han alertado sobre la posibilidad de que los demócratas intenten manipular el voto por correo.

Farage cree que los demócratas intentan “abusar" de las boletas por correo para escamotearle la victoria a Trump. Dice que “el peor escenario de todos es la mañana del 4 de noviembre, Trump parece el ganador, y luego, en el transcurso de los próximos diez días, todos estos votos enviados por correo se cuentan y el resultado se invierte ". Esto es absolutamente imposible que pase, el 4 de noviembre todos los votos válidos que entraron en los centros de votación habrán sido contados. Los votos enviados por correo se van contando mientras van llegando.

Un hecho que demuestra lo contrario, fue lo sucedido en las elecciones para alcalde de Miami-Dade en agosto, cuando, según el voto adelantado y por correo, Alex Penelas era el ganador, pero cuando se comenzó a contar el voto físico, el candidato republicano Esteban Bovo se llevó el triunfo contra el pronóstico de todas las encuestas.

Lo que sí pueden hacer los demócratas es intentar, como está documentado que ha pasado en casos recientes, introducir votos falsos en los centros de votación, hacer que voten los muertos, como ocurrió en las elecciones recientes en Miami-Dade , que voten personas que están registradas para votar en más de un estado, y que voten personas que no viven donde votan. En Miami-Dade 55 personas que no viven en el condado y 274 cuyas firmas no eran las de los electores, votaron con boletas ausentes, el pasado mes de agosto. En una época donde una elección presidencial se puede decidir por un puñado de votos, como ocurrió en la contienda Bush-Gore, este tipo de irregularidades son alarmantes. Un estudio de 2012 decía que 1,8 millones de personas muertas permanecían registradas para votar. 

Los demócratas también pueden alegar que, por fallas del correo, muchas boletas llegaron tarde, y es por eso que han armado todo el espectáculo de hacer las investigaciones en el congreso sobre el funcionamiento de las oficinas del correo. Buscan pretextos para reclamar que Trump ha hecho trampas, aunque el historial de trampas electorales está justamente de su lado. Basta recordar cómo los Kennedy le robaron la elección a Nixon.

Y aunque los demócratas se empeñan en decir que el fraude electoral en Estados Unidos no es significativo, cada vez es más notable, como ocurrió recientemente con el fraude orquestado por demócratas en Nueva Jersey, y el voto por correo, el gran talón de Aquiles del proceso electoral estadounidense, lo facilita. La Heritage Foundation lleva un registro del fraude electoral en todo el país. 

Kassam sí tiene razón, cuando advierte que las élites demócratas y su brazo armado, la propaganda de los principales medios de comunicación, están “conspirando para rechazar los resultados de las elecciones", y lanzar sus huestes violentas y criminales a las calles.”Quieren la anarquía. Quieren una carnicería”, dijo Kassam.

Las palabras del director ejecutivo de Hawkfish son la evidencia del escándalo que preparan los demócratas cuando pierdan las elecciones de noviembre y Trump sea reelegido.

 Otro que se sumó a la ola demócrata fue el dueño de Facebook Mark Zuckerberg, quien dijo prohibirá la publicación de todos los anuncios y mensajes políticos nuevos en sus páginas desde una semana antes de la celebración de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Una acción con la que da una vez más un paso hacia convertir a Facebook en una compañía que ejerce como editor, al decidir qué tipo de contenido se publica y se paga en su plataforma.

 "Vamos a bloquear cualquier nuevo anuncio político y dejar de publicar avisos durante la última semana de la campaña. Es importante que las campañas se puedan desarrollar, y creo que para que no se produzca un mal discurso, es mejor no añadir más discurso", señala Zuckerberg, en un largo mensaje en Facebook.

Esta declaración de principios bastaría para que legalmente se le quiten los privilegios con que cuenta Facebook, y se le obligue a regirse bajo los mismos parámetros que cualquier medio de comunicación que ejerce criterios editoriales.

"Ya nos comprometimos a asociarnos con las autoridades electorales estatales para identificar y eliminar las falsas reclamaciones sobre las condiciones de votación en las últimas 72 horas de la campaña, pero dado que estas elecciones incluirán grandes cantidades de votación anticipada, estamos extendiendo ese período para comenzar ahora y continuar con esta labor hasta que tengamos un resultado definitivo" de los comicios, argumenta Zuckerberg.

Y es que Zuckerberg ha asumido un rol de dictador editorial, porque no conforme con limitar y editar la información visible, ha dicho que "vamos a reducir el riesgo de desinformación y el contenido dañino que se haga viral limitando el reenvío de mensajes a través de Messenger (…) Ya hemos implementado esto en WhatsApp durante periodos sensibles y hemos encontrado que es un método eficaz para evitar que la desinformación se propague en muchos países". Es decir, ha violado y quiere seguir violando la privacidad en servicios de mensajes que son de persona a persona, de amigo a amigo. Es una descarada intrusión en el derecho de cada usuario a decir por Messenger lo que quiera y compartirlo. ¿Quién le dice a Zuckerberg que sus censores tienen la razón? ¿Cuáles son los criterios para decidir qué es desinformación y qué no lo es?

Esperemos que después del 3 de noviembre el presidente Trump y el Congreso tomen cartas en el asunto, y le pongan un alto definitivo a la arrogancia de Zuckerberg y de todos los dueños de redes sociales. Y es que, por mucho que lo deseen,  Biden no ganará el 3 de noviembre.

 

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