Filiberto Suárez, anciano cubano de 75 años, tiene miedo de morir en cualquier momento por un eventual derrumbe parcial o total de su vivienda en La Habana, actualmente en pésimo estado y con un techo que se filtra y moja gran parte de la misma cada vez que llueve.
Yo no le tenía miedo, pero ya prácticamente sí lo tengo, declaró el anciano, que pese al peligro prefiere vivir ahí y arriesgarse a ser aplastado en cualquier momento, que irse al albergue que le fue asignado por las autoridades del régimen en la provincia.
Según dijo ante las cámaras de América TeVé, su temor a morir es mayor ahora debido a que pasa mucho más tiempo en su casa por el aislamiento social al que obliga la pandemia de COVID-19.
El techo de la centenaria edificación en la que vive Filiberto, precisa el reporte de la referida televisora, se desplomó hace años. Quienes vivían en el piso superior se tuvieron que mudar, pero él no tiene adonde ir, salvo un albergue.
En recintos de ese tipo habitan actualmente unos 45 000 cubanos, la práctica totalidad de los cuales desconoce cuándo podrán volver a tener un techo propio.
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Hace dos años el gobierno del presidente designado de Cuba, Miguel Díaz-Canel, prometió ambiciosamente que en una década acabaría con el déficit de 900 000 viviendas. Su plan contempla edificar más de 500 000 y reparar el resto, pero, como señala América TeVé y constatan la realidad cubana y sus maltrechas edificaciones, “el tiempo pasa y para muchos cubanos esta parece que será otra promesa incumplida”.
Los derrumbes en Cuba, sobre todo en ciudades con construcciones de muchos años a las que no se les ha dado el debido mantenimiento por años, son una constante que amenaza siempre con finalizar vidas de maneras inmerecidas.
El 28 de septiembre, una anciana de 74 años murió entre los escombros de un derrumbe ocurrido cerca del mediodía en la calle Amargura, entre Aguacate y Compostela, en el municipio de La Habana Vieja. La mujer había quedado atrapada luego del colapso del entrepiso de un edificio multifamiliar.
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Semanas antes, en julio, y en menos de siete días, una mujer y un hombre fallecieron en sendos derrumbes ocurridos en el Cerro y Centro Habana. Ambos municipios, junto a La Habana Vieja, son de los de peor situación con la vivienda en la capital cubana por el deterioro de su fondo habitacional.
En estas localidades existen muchos edificios y casas con una situación arquitectónica precaria y en peligro de derrumbe, sin que el régimen haya acometido nunca labores de reparación masivas que ayuden a salvar vidas.