La revista Nature publicó este 26 de octubre los resultados de un estudio de la NASA que data de 2018 y cuyo análisis tardó hasta este año: hay agua en la Luna y está confirmado.
Otro estudio muestra que el agua puede acumularse en unos 40 000 kilómetros cuadrados del satélite. Ambos trabajos resaltan la importancia de estos hallazgos para las futuras misiones tripuladas al satélite, que van a comenzar en apenas cuatro años con la misión Artemisa de la NASA.
Desde hace años se piensa que hay agua en la Luna. Según los últimos cálculos, el polo norte del satélite podría atesorar 600 millones de toneladas de este recurso esencial para los seres humanos. El polo sur también podría atesorar cantidades de agua helada.
Los responsables del descubrimiento, liderados por Casey Honniball, planetóloga de la Universidad de Hawái e investigadora de la NASA, señalan que la abundancia de agua es de unos 200 microgramos por cada gramo de tierra lunar. Un microgramo es una millonésima parte de un gramo. Esto significa que, para poder extraer un litro de agua en la Luna, los futuros astronautas tendrían que juntar cinco toneladas de suelo.
Aunque pueda parecer poco, llevar un kilo de material a la Luna cuesta un millón de dólares. Hay que tener en cuenta que se trata de una estimación preliminar, pero incluso en este caso la explotación del agua a estas cantidades sería rentable para las futuras misiones porque traerla de la Tierra sería mucho más caro.
Según el estudio, el agua está entre la tierra o atrapada en cristales producidos por pequeños impactos de asteroides. “La sonda Chandrayaan-1 ya detectó hielo de agua en los polos lunares en zonas no iluminadas por el Sol. Ahora presentamos pruebas concluyentes de que hay moléculas de agua también en las zonas iluminadas”, explica Honniball.
Un segundo estudio publicado hoy en la misma revista se centra en las llamadas “trampas frías”, lugares a los que nunca llega la luz del Sol. Por definición una trampa fría es cualquier punto de la Luna donde la temperatura es de menos de 163 grados bajo cero, explica Paul Hayne, investigador de la Universidad de Colorado.
Algunas de estas trampas son los lugares más fríos del sistema solar, con temperaturas de unos 243 bajo cero. “En estos depósitos el agua helada se comporta como una roca y permanece estable durante miles de millones de años”, resalta.
El equipo de Hayne ha analizado los datos de la sonda lunar LRO de la NASA para calcular cuántas trampas frías hay en la Luna. En esta ocasión no se han fijado solo en los depósitos grandes, sino también han estimado los de menor tamaño. Sus cálculos muestran que los depósitos fríos de la Luna ocupan unos 40 000 kilómetros cuadrados. Los más abundantes son los depósitos de apenas unos centímetros — micro-trampas— que se acumulan en torno a los dos polos de la Luna.
“No sabemos cuánto grosor tiene el hielo en estos depósitos, pero si hacemos una estimación razonable vemos que solo las micro-trampas albergarían unos 1000 millones de litros de agua”, explica Hayne.
El agua de la Luna es exactamente como la de la Tierra y se podría beber, aunque antes habría que filtrarla, pues puede contener mercurio y otros contaminantes. “Serían necesarias nuevas tecnologías para extraer esta agua. Podemos pensar en tractores robóticos que aren la superficie y extraigan el agua de los pequeños depósitos. Esto es algo muy distinto que tener que extraer el hielo de grandes cráteres en sombra perpetua y a kilómetros de profundidad”, resalta.
La NASA ha anunciado que quiere enviar astronautas al polo sur de la Luna a partir de 2024 y baraja diseños de futuras bases lunares con grandes paneles solares que permitan iluminar el interior de los cráteres en sombra y extraer el agua acumulada en ellos.