El artista Luis Manuel Otero Alcántara fue expulsado de un negocio privado en La Habana el 19 de diciembre luego de que la Seguridad del Estado presionara a sus dueños, revelaron este lunes varias fuentes cercanas al opositor.
Según el comunicador Jancel Moreno, Otero asistía a la obra Mistery Rose, en Casa Vieja Habana, un proyecto privado en Habana 203 entre Tejadillo y Empedrado, cuando la dueña del local lo llamó aparte y le dijo que debía retirarse.
“Cuando entramos un custodio me llamó aparte y me dijo que tenía que salir con mi piquete, que la dueña le había pedido que nos sacara porque no quería buscarse problemas. Nos fuimos, pero antes le advertimos que esa acción de censura la íbamos a hacer pública”, contó el artista este lunes a 14ymedio.
“Uno no es un delincuente, el Estado no me ha probado nada y entonces ahí lo que hay es censura por mi manera de pensar”, agregó Otero Alcántara.
También fue despedido el director, Adonis Milán, agrega Moreno. “El régimen cubano usa la extorsión y el chantaje para cumplir sus oscuros deseos de aislar a los que disienten. Amenazan con cerrar y destruir lo que muchos cubanos han construido con su esfuerzo para emprender y prosperar en un país sin oportunidades”, concluyó.
El acoso contra los miembros del Movimiento San Isidro llega a extremos de vértigo, casi salidos de una novela de Orwell. Todos los integrantes de ese grupo pacífico reportaron en las últimas semanas dispositivos de vigilancia policial que incluían cámaras para conocer sus movimientos instaladas frente a sus casas.
La periodista y comunicadora independiente Iliana Hernández sufrió un acto de repudio, mientras el Esteban Rodríguez, colaborador de ADN Cuba, denunció que la Seguridad del Estado intentaba crearle un caso falso utilizando a uno de sus vecinos.
Se han visto otros casos de negocios en Cuba forzados a colaborar con el régimen para subsistir.
Lo sabrán las emprendedoras propietarias de la marca de diseño Clandestina, quienes se subieron a destiempo en el carro de pedir “diálogo” entre cubanos, mientras cerca de su sede, la Seguridad del Estado machacaba a los artistas y activistas del Movimiento San Isidro (MSI).
La cubana Idania del Río y la española Leire Fernández, dueñas de uno de los negocios símbolos del espejismo del deshielo con Obama, al parecer vieron cómo se volvía rentable no condenar a los disidentes, pero tampoco llamar las cosas por su nombre y acusar al Estado represivo.
El posicionamiento ambiguo de la marca recibió críticas en redes sociales de varios periodistas independientes quienes exigieron claridad y condena a la injusticia comedita contra el Movimiento San Isidro.