Carmen Alma, una anciana de El Caney, municipio de Santiago de Cuba, cuenta su triste vejez por haberse casado con un combatiente de la columna de Huber Matos, el oficial que se atrevió a rebelarse contra Fidel Castro.
La historia de Matos es conocida por casi todo cubano: llegó a comandante en el Ejército Rebelde y tras el triunfo de 1959, fue designado por Castro como jefe de Camagüey. No duró mucho, pues decidió apartarse del nuevo gobierno por el rumbo comunista que iba tomando, un acto de rebeldía que provocó la furia de su jefe. Fue enjuiciado y encarcelado hasta 1979, cuando obtuvo la libertad y viajó al exilio.
A su esposo nunca lo tuvieron en cuenta por esta razón, aseguro la mujer de 71 años a Cubanet, y ahora ella debe cargar con su casucha, que se está cayendo a pedazos, sin dinero para arreglarla.
“Con cada ciclón, esta casa se pone peor y a mi me tienen que evacuar a casa de los vecinos”, comenta la anciana. Su pensión subió de 300 a 1100 pesos con la unificación monetaria, pero eso le alcanza para la comida y las medicinas.
A pesar de que le donaron un solar para construir, con esa ayuda miserable no puede hacer nada y tendrá que seguir viviendo en su choza, hecha de remiendos de madera, zinc y latas viejas.
Su situación no es distinta a la de miles de ancianos en Cuba, quienes deben sobrellevar una vejez indigna, agravada por la crisis económica más grave del país en los últimos 30 años, solo superada por el “periodo especial” de los 90.
Veteranos cubanos viven en la miseria
Como el de Carmen, está el caso de Argelio Mendoza Martínez, quien fue un disciplinado militante comunista y hoy vive en la miseria y el olvido por parte de las “instituciones revolucionarias”.
Según su hija, Yusdania Mendoza, el anciano de 80 años residente en Veguitas, provincia Granma, está enfermo de una hernia inguinal que empeoró luego de recibir tratamiento en un hospital local.
Argelio Mendoza vive en la calle Donato Mármol #59, Nuevo Veguitas, municipio oriental de Yara. Pero al castrismo “hoy mi papá no les sirve para nada ni al Partido”, expresa Yusdania, quien explica que “tuvo varias operaciones por causa de hernias las cuales se les reproducían” por no tener implementos médicos necesarios para el tratamiento, como la malla quirúrgica.
Argelio Mendoza tampoco recibió apoyo del “comunismo” para mejorar su pobre casa, ni para una pensión que le aliviara su vejez. La hija asegura que fue “a solicitar un subsidio por la situación de él de la vivienda y por la económica también, pero mi papá no lo merece”.
Otro ejemplo: Eulises Cabrera Cabrera tiene 80 años y carga con cinco medallas como veterano de guerra. Como tantos otros fue desechado por el régimen tras exprimirle sus mejores años y ahora vive abandonado en una casa donde las paredes son de tela en España Chiquita, El Cristo, en la provincia de Santiago de Cuba.
En una de las misiones militares en Angola sufrió una lesión en el cráneo; una mina explotó y desde entonces lleva 47 años con platino en la cabeza. Aun así, sirvió hasta los 60 años al castrismo y estuvo en el Congo y en la Lucha contra Bandidos.
Él ni siquiera tiene un baño en su casa y con su actual pensión de 217, su único ingreso, sobrevivir en tiempos de carencias y altos precios es altamente difícil.
Se le suma a su edad el padecimiento de una patología como la diabetes, que precisa mayores cuidados de los que puede agenciarse, además de una dieta saludable y balanceada. Asegura que a sus años ya no tiene fuerzas “para nada”.
“Me pase unos años sin retiro y sin nada. Después el bienestar social me dio 60 pesos, después 167 y ahora gano 217, a veces tengo que pedirle dos o tres pesos a la gente para poder comer. Me siento con hambre, con flojera porque lo que me paga el gobierno no me da para nada”, sentenció en la entrevista.