Los medios de propaganda del régimen cubano están perdiendo el recato y la inteligencia pragmática que alguna vez pudieron tener. Limitados siempre por la censura, tradicionalmente han tenido que hacer malabares para sus coberturas de temas internacionales, sobre todo los relacionados con la política.
Lo que se publique debe hacer ver al régimen totalitario de la isla como una opción viable y alternativa a ese malévolo imperialismo que supuestamente acongoja al mundo. Pero ese objetivo cada vez es más difícil de cumplir. El “proyecto” cubano no ha despegado en más de 60 años y muchas otras naciones sí, al tiempo que varios de sus dirigentes cometen esos mismos pecados que se le critican a los capitalistas “deshumanizados”, o se codean con ellos.
Como prueba de esa dificultad puede invocarse el artículo “La pluma y el dólar: La guerra cultural y la fabricación industrial del consenso”, recientemente publicado en el oficialista Cubadebate.
De la pluma del académico e investigador argentino Néstor Kohan, de filiación marxista y habitual defensor del régimen de la isla, el artículo rescata el argumento del libro La CIA y la guerra fría cultural, de Frances Stonor Saunders, para afirmar que el imperialismo estadounidense y occidental no ha cejado en su empeño de dominar al mundo mediante la cultura.
El análisis de Kohan se enmarca en las continuas denuncias a la hegemonía de la principal potencia mundial, la cual se pretende mantener a toda costa y no siempre por vías militares, sino también mediante el financiamiento a la cultura y la intelectualidad de aquellos países que resulten incómodos.
Basado en lo expuesto por Stonor Saunders en su libro, el argentino expone que destacados intelectuales europeos eran “mimados” en tiempos de la Guerra Fría con comodidades y dinero proveniente de la CIA, la mayoría de las veces encubierto.
Si alguno preguntaba por la proveniencia del dinero que les garantizaba tan buenas atenciones, “había una respuesta preparada… de las fundaciones filantrópicas y humanitarias: Ford, Farfield, Kaplan, Rockefeller o Carnegie, auténticas ‘tapaderas’ de la CIA”.
“Aunque nunca apareciera en primer plano la larga y adinerada mano de la compañía siempre estaba detrás de ellas. El crítico uruguayo Ángel Rama las denominó, con justicia, ‘fachadas culturales’”, cita Kohan en su artículo.
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Sin embargo, de lo que no parecen haberse percatado ni Kohan ni Cubadebate es que publicar cosas así en la Cuba actual es como un boomerang que pone en entredicho todas las acusaciones ideológicas del régimen.
Desde la óptica oficialista, la oposición y el activismo independiente cubano están integrados exclusivamente por mercenarios pagados por la CIA y sus “tapaderas” o “fachadas culturales”. Mas resulta que una de éstas, la fundación Ford, también ha financiado actividades del régimen y algunos de sus hijos ilustres, como Mariela Castro.
En enero ADN Cuba reportó que Mariela Castro y su Cenesex recibieron apoyo de la Fundación Ford —la misma institución “imperialista” a la que aluden Kohan y Cubadebate— para realizar sus actividades a favor de la igualdad de género y contra la discriminación sexual.
El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y el Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba (Cenesex) convocaron a participar en la Primera Escuela Internacional de Posgrado: “Géneros, sexualidades y derechos”, a desarrollarse en La Habana, como parte del homenaje de CLACSO por el 60 aniversario de la Revolución Cubana.
Quien dio el apoyo financiero para realizar esa actividad fue la Fundación Ford, como aparece reflejado en la página de CLACSO, una organización que agrupa a intelectuales de izquierda y con fuertes vínculos con los gobiernos cubano y venezolano, así como muy crítica de las democracias liberales.
Al parecer, las buenas relaciones de ambas instituciones con la Fundación vienen de atrás, pues en 2016 la archiduquesa Castro recibió a sus financiadores en una reunión del Hotel Nacional, en el marco de una visita a Cuba de la Junta Directiva de esta organización norteamericana.
El proyecto conjunto se nombra “Memorias de la Revolución Cubana” y, según la Universidad de Southampton, asociada a él, “Memorias” funciona al menos desde 2004.
Mientras todo esto ocurre con la complicidad del régimen castrista, los periodistas independientes y activistas opositores son denigrados en la prensa oficialista por “recibir dinero del imperialismo”, tal y como Stonor Saunders y Kohan han denigrado a otros intelectuales y activistas contrarios al comunismo y otros regímenes no democráticos.
Al parecer, el dinero de la CIA y de cuantos enemigos aparezcan sólo puede ser recibido entonces por el oficialismo. No se acepta de manera explícita, pero de vez en cuando aparecen señales claras de ese pensamiento y proceder, como este reciente artículo publicado en Cubadebate que, descuidadamente, o quizás en una muestra muy sutil de rebeldía contra la censura, sugiere que Mariela Castro recibe dinero de la CIA.