Una de las tradiciones más arraigadas en Cuba y que se están disolviendo en su esencia son los carnavales, una fiesta de pueblo que la gente esperaba con entusiasmo durante todo el año.
´´Eran celebraciones de alegría colectiva, en la familia´´, expresa Fernando George Miranda, de 82 años y vecino de San Lino y el 5 Sur, en la provincia Guantánamo.´´Muchas calles se engalanaban y los kioscos competían por mostrar ofertas y servicios con buena calidad y precios asequibles, ahora es el sálvese quien pueda´´.
Manuel Vicente Tejeda Prado, residente en el reparto Caribe de esa misma ciudad recuerda que los carnavales de Guantánamo clasificaban entre los tres mejores de Cuba, junto a los santiagueros y los bayameses.
´´Pero este año fuero un desastre. No hubo casi cerveza a granel, que es lo más preciado en un carnaval, solo vendían cervezas de latas y botellas a 1 CUC, que con la pésima economía familiar no todos pudieron comprarla. La poca cerveza de pipa que encontrabas, para poder comprarla había que meterse una cola terrible y fajarte a empujones y codazos para llegar hasta el mostrador´´.
Manuel añade que la comida también brillo por su ausencia.
´´Solo había pollo frito, con trampa. Los empleados hervían los pollos para sacarle el caldo y llevárselos a sus casas, luego extraían parte de la masa del ave y la rellenaban con harina. Su precio fue más caro que otras veces y literalmente lo que consumías era el esqueleto. Hubo poco maíz hervido, que se ha convertido en una solución para contrarrestar la borrachera. Tampoco se vio el pescado frito, ni los caldos de jaiba tradicionales de la calle Carlos Manuel, una de las rutas famosas del carnaval guantanamero. Mucha hambre, decepción y la violencia de siempre, es el resumen del carnaval Guantánamo 2019 ´´.
Maritza Herrera Cabezas, del 3 oeste entre 6 y 7 sur, siempre aprovecha la llegada de los carnavales para vender en un catre en ´Carlos Manuel´, se queja que este año la mitad de las ofertan tuvieron que venderla en CUC, porque los abastecedores de las materiales primas la comercializaron en esa moneda.
´´Antes yo tenía mi catre lleno de sombreritos, gafas, antifaz, corneticas, pitos y serpentinas, ya nada de eso aparece. La juguetería que vendí es la misma de todo el año y no pude sacarle mucha ganancia, con los inspectores arriba de mí queriendo sacarme algo y la gente con sus quejas por los altos precios´´.
Otro hecho que molestó a los guantanameros en estos carnavales fueron los apagones. Berta Cayatalud Vergaza, costurera del reparto Pastorita, vio interrumpido su trabajo en la casa por falta de electricidad.
´´Con los cortes de luz a otros barrios de la ciudad, se suplió el incremento de las luminarias adicionales propias de un carnaval y el gran consumo de energía de los equipos de música y las orquestas. Respiré profundo cuando llegó el lunes y todo este infierno se acabó´´.
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En cambio las históricas concentraciones de personas, calle arriba y calle abajo por ´Carlos Manuel´ desde el 3 sur hasta ´Paseo´, en el área del ´Algarrobo´ y ´La Sombrilla´, no mermaron ni un ápice. Milton Quesada, de 78 años y jubilado del sector de la cultura, acota:
´´Pero no fue como en otros tiempos, donde la gente desfilaba felices al compás de la música de los altavoces, o gozando detrás del carrito de ´La salá, o arroyando en una conga, ahora los veía deambulando de un lado al otro como zombis, buscando cerveza y comida y encontrando muy poco. Aun así la gente bailó bastante, que es lo que le gusta al cubano en el carnaval: bailar, pero también comer y tomar´´.
Milton agrega:
´´Las célebres comparsas de ´Bobito´, ´Negro Fino y Arquímedes´, se han ido quedando en el olvido. Las carrozas, aunque intentaron mostrar brillo, afloraban deficiencias técnicas y superficialidad estructural propia del desinterés y la falta de profesionalidad. Creo que este fenómeno de los carnavales malos está exteriorizado a toda la isla. Quedé muy asombrado hace poco, al escuchar un estribillo ganador de una de las congas de Santiago: ´´Comí pescao, comí jurel, gracias a Díaz Canel´´.
En cambio los jóvenes se divirtieron en los carnavales hasta el éxtasis. Tuvieron el marco apropiado para ligues y descargas en la calle hasta el amanecer. Rufo Ruiz, vecino de Santa Rita entre 2 y 3 norte, alega que los jóvenes se conforman con que le permitan pernoctar y dar riendas sueltas a sus energías, sobre estimuladas por sustancias muchas veces prohibidas.
´´Ellos toman poca cerveza, casi nada de ron y creo que ni comen. Se meten los suyo y a fiestear, hasta que salga el sol. Estoy seguro que si le preguntas como estuvieron los carnavales te responderán con su frase predilecta: ¡Lo máximo!, sin imaginar qué es un carnaval, como aquellos, de los viejos tiempos´´.