“El Príncipe debe conservar al pueblo como amigo”, escribió Maquiavelo en su famoso tratado político, y al parecer es la estrategia que sigue el gobierno cubano en el reparto La Güinera, aunque los resultados sean cuestionables.
Según Tribuna de La Habana, en ese barrio de Arroyo Naranjo terminan “en las últimas semanas 672 acciones restauradoras en los sectores de la vivienda, comunales, recursos hidráulicos, gastronomía, educación y comercio”.
Unos 469 jóvenes que se encontraban desocupados ahora tienen trabajo y “se tramitan 20 capacidades en los círculos infantiles para igual cantidad de madres que no se beneficiaban de ese programa”.
La alta jefatura cubana creó allí “un grupo de atención a la población para facilitar la recepción de las quejas e inquietudes y viabilizar su resolución”, mientras más de 3000 vecinos sin “libreta de abastecimiento” —como se llama a la cartilla de racionamiento de Cuba— podrán acceder a los productos subvencionados por el Estado.
“En el ámbito de la salud se están entregando espejuelos a los habitantes de la comunidad de tránsito y a los casos sociales que no tenían recursos para adquirirlos, y se priorizan los servicios de estomatología para los pacientes encamados en sus casas y otras personas en condición muy vulnerable”, declaró el miembro del Buró Provincial del Partido Comunista de Cuba (PCC), Armando García Díaz, de visita allí.
El régimen mandó una comitiva de sus jerarcas, entre los que figura Roberto Morales Ojeda, miembro del Buró Político y secretario de Organización y Política de Cuadros del PCC.
En el medio oficialista Cubadebate, que reprodujo íntegramente el reportaje de Tribuna de La Habana, los comentarios de muchos usuarios fueron duros con el gobierno.
“Me gustaría saber cuándo se hablará de transformar Centro Habana con sus ciudadelas inhabitables, muchas, hace más de 50 años”, comentó Leticia Fuentes.
“¿Me tendré que mudar para La Güinera a ver si puedo conseguir trabajo? Desde finales del año pasado estoy buscando empleo en el municipio Boyeros. Soy Licenciada en Psicología y en el MTSS (Ministerio de Trabajo y Seguridad Social) nunca hay nada para mí. Parece indicar entonces que en Arroyo Naranjo hay mejores ofertas de empleo que en otros municipios de la capital”, agregó más adelante.
Antes de las dádivas y los discursos, hubo represión
Ahora todo parece ir “a pedir de boca”, pero el 11 y 12 de julio, cuando La Güinera se levantó contra el gobierno, cansada de la pobreza y la indiferencia del Estado, las cosas fueron muy distintas.
Algunos de sus hijos terminaron en la cárcel, como Eloy Bárbaro Cardoso, cuya madre conversó con ADN Cuba.
Golpes, sentadas al sol, pedradas lanzadas por los policías y los carceleros contra los reos, son algunos de los métodos de intimidación que el joven Eloy refiere a su madre, Servilia Pedroso, cuando se comunican, mientras el joven espera salir de la cárcel.
Según cuenta Servilia a ADN Cuba, cuando hablan por teléfono su hijo llora: es la primera vez que lo arrestan y, con apenas 18 años, quedó impresionado por los golpes y el trato de los carceleros con los manifestantes encarcelados.
“Imagínese, es un muchacho que nunca ha estado envuelto en un problema de estos. Cada vez que me llama, llora”, detalló su madre.
“Yo realmente no sé cómo está mi hijo, porque cuando me llama no me dice que está bien. Además, no me dejan verlo, ni a mi ni a los abogados… Yo contraté un abogado, para tener con qué defenderlo, pero no estoy muy segura en cuanto a eso”, agregó.
La policía arrestó a Eloy el 19 de abril, en casa de su abuela, y ese mismo día lo condujeron al reclusorio de jóvenes de El Cotorro —municipio de la capital cubana—, en donde se encuentra actualmente.
En ningún momento le dijeron a la anciana que sería encerrado en un calabozo. “Nos lo llevamos para hacerle unas preguntas”, fue la excusa de los oficiales.
“Mi hijo no tiene antecedentes penales, estudia tercer año de Construcción Civil —una carrera técnica equivalente al bachillerato— y está acusado de ‘atentado’ y ‘desorden público’ como si fuera un criminal”, comenta Silvia, entre la perplejidad y la impotencia.
El día 21 de julio pudo verlo por última vez, pero desde entonces, y hasta el 10 de agosto, en que ADN Cuba la entrevistó, Silvia no sabe nada de su hijo.
Las autoridades penitenciarias comunicaron a la madre que no podría ver más a su hijo. El domingo 25 de julio la llamaron para informarle que Eloy había sido transferido a la cárcel de 100 y Aldabó.
En el Código Penal cubano se establece una pena de uno hasta tres años para quien cometa “atentado”.
Hoy sus padres desconocen su paradero exacto. “El abogado dice que está en el Combinado del Este, que el proceso demora. Pero mi esposa fue ahora y le dijeron que estaba en otra cárcel, ¿a quién creerle?”.