Ahora el régimen dice que la batalla hay que librarla en la subjetividad

El mismo ministro que se negó al diálogo con artistas y activistas del MSI y el 27N, llama a batallar en la subjetividad y descreer que haya inquietudes no financiadas contrarias al régimen cubano
Alpidio Alonso en el Pleno del Comité Nacional de la UJC. Foto: María Montenegro/ACN
 

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El régimen cubano sigue sin aprender a lidiar con el pluralismo. Por mucho que éste crezca, prefiere desconocerlo y apagar por las malas sus brotes y manifestaciones. Muestra de ello fue la negativa del Ministerio de Cultura (Mincult) y su titular a dialogar con los artistas y activistas que se plantaron frente a su sede reclamando libertad de expresión y creación, bajo pretextos manidos y argumentos que cada vez convencen a menos.

Por si fuera poco, Alpidio Alonso, precisamente el ministro que se cerró al diálogo, ahora anda diciendo que la batalla hay que librarla en la subjetividad y esto es una realidad que hay que comprender. Palabras vacías que sólo remiten a la habitual retórica belicista de un sistema inerte cuyos funcionarios principales y gobernantes, como el titular de Cultura, prefieren mantener en el fracaso y la mentira que hacerlo superar sus carencias democráticas, económicas y de toda índole.

El “llamado” pseudo filosófico de Alonso se produjo el pasado viernes 18 de diciembre en el Pleno del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), cantera del Partido Comunista y único del régimen dictatorial.

Según el ministro, se debe comprender que la subjetividad es el campo donde el pueblo cubano libra sus principales batallas ideológicas, como evidencian, a su juicio, las acciones del Movimiento San Isidro y el Grupo 27N, a las que calificó de “acciones contrarrevolucionarias financiadas por agencias federales estadounidenses”.

Ante éstas, incapacitado de verlas como lo que fueron y son, muestras de inconformidad y oposición a un régimen no democrático, Alonso pidió agudizar los mecanismos de enfrentamiento en el plano digital, lo que en buen cubano significa incrementar las acciones de “ciberclariaje” en las redes.

Los enemigos de Cuba articulan sus convocatorias a través de las redes sociales y los llamados medios alternativos, por eso debemos estar en condiciones de luchar con sus mismas armas y hacerlo aún mejor, aconsejó el ministro, citado por la oficialista Agencia Cubana de Noticias (ACN).

Incapaz de ser crítico con su labor y la del ministerio que encabeza, así como con la auténtica naturaleza del régimen que representa, Alonso prefirió aprovechar la comodidad que un escenario llenado con jóvenes aplaudidores y repetidores de consignas le proveía para repetir las afirmaciones de siempre y defender lo que a un artista también preocupado por el estado de las libertades y derechos individuales en su sociedad le parecería indefendible.

En tal sentido, mintió con cantinfleos y aseguró que la libertad de los artistas reflejada en su obra es resultado del auspicio de un arte crítico, que profundice en las realidades del país. La complejidad de nuestro arte contemporáneo, la cantidad de escritores y poetas jóvenes con títulos publicados en las editoriales nacionales y su promoción en ferias, tanto extranjeras como del patio, reflejan el respaldo de la institución sin condicionamientos, dijo con absoluto desparpajo, siempre según la ACN.

Para Alonso, los enemigos de la pretendida revolución mantienen su empeño de fragmentar y enfrentar a los creadores y artistas con sus instituciones, y para ello destinan “miles de millones de dólares cada año”. 

A pesar de eso, dijo de nueva cuenta sin ruborizarse, su ministerio está dispuesto a seguir dialogando y trabajando para satisfacer las genuinas inquietudes de los intelectuales cubanos, y no de aquellos que intentan camuflar en cuestiones de arte, intereses de odio y división.

En resumen, del Mincult, así como de cualquier otra institución del régimen, nada puede esperarse en materia de pluralismo. Pelean en la subjetividad, aunque sólo sea en la de ellos, negada permanentemente a reconocer y aceptar al otro.

 

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