La aerolínea estadounidense American Airlines planea volar a partir del próximo noviembre a otras cinco provincias cubanas, además de la capital, luego de la relajación de las restricciones del Departamento de Transporte establecidas durante la administración de Donald Trump, que limitaban sus vuelos a la isla, así como los del resto de las aerolíneas regulares, a La Habana.
De acuerdo con el sitio noticioso de aviación comercial Simple Flying, American Airlines solicitó los permisos correspondientes para expandir sus servicios en la región latinoamericana y caribeña y retomar sus vuelos a otros aeropuertos de Cuba como los de las provincias Holguín, Matanzas, Villa Clara, Camagüey y Santiago de Cuba.
La aerolínea prevé un vuelo diario durante un año entre el aeropuerto internacional de Miami y el Frank País, de Holguín a partir del 4 de noviembre, así como igual frecuencia por el mismo período de tiempo para vuelos entre el aeropuerto de la ciudad del Sol y el Juan Gualberto Gómez, de Varadero, Matanzas, a partir del 3 de noviembre.
Para los vuelos de Miami a Santiago de Cuba y Camagüey, la compañía solicitó permisos para operar uno diario a cada destino durante un año, a partir de los días 5 y 4 de noviembre, respectivamente, mientras que para el aeropuerto internacional Abel Santamaría, de Santa Clara, contempla una licencia de dos años para volar también diariamente, iniciando el 3 de noviembre.
De ser aprobadas sus solicitudes, la aerolínea tendría para noviembre 12 vuelos diarios entre Miami y varios destinos en Cuba, el doble de los que hoy realiza sólo hacia La Habana y que le bastan para ser el mayor operador aéreo entre Estados Unidos y la isla, con un 46 por ciento de cuota de mercado.
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Además de American Airlines, a Cuba vuelan las aerolíneas estadounidenses JetBlue y Southwest Airlines. En conjunto, operan 91 vuelos a la semana entre Estados Unidos y el país caribeño, 13 por día.
Activistas cubanos opositores del régimen han acusado a American Airlines y Southwest Airlines de seguir una lógica mercantilista en sus operaciones en Cuba sin cuidar el respeto a los derechos humanos y las libertades que debe primar en todo país y empresa.
Las aerolíneas, argumentan los activistas, actúan en complicidad con el régimen al permitir que éste decida por motivos represivos, y sin basamento legal, quién puede abordar los vuelos hacia la isla y quién no.