A pesar de estar afrontando su mayor crisis en años y una contingencia sanitaria de la que no ve salida, el gobierno cubano emprende ampliaciones hoteleras con miras a un turismo internacional prácticamente inexistente en tiempos de pandemia.
Los recursos de los que se carecen para ambulancias, medicamentos, mejores condiciones hospitalarias y alimentos parecen estar disponibles para los hoteles y todo aquello relacionado con la llamada industria sin chimeneas, una de las principales fuentes de ingresos de la mermada economía de la isla, pero cuyos frutos los cubanos se quejan de no percibir en su día a día, con coronavirus o sin él.
Así, justo el día en que las autoridades sanitarias reportan las cifras máximas de muertes y nuevos casos de COVID-19 para un día, la prensa oficialista de Sancti Spíritus dedica una de sus notas a celebrar la ampliación del hotel Iberostar Trinidad.
El delegado del Ministerio del Turismo (Mintur) en esa provincia, Reiner Rendón Fernández, declaró al periódico Escambray que el proyecto de ampliación incluye la construcción de 26 habitaciones en parcelas aledañas al centro turístico de la tercera villa cubana, cuyo centro histórico ostenta la condición de Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Además del incremento habitacional, explicó el funcionario, la ampliación comprende “el montaje de una piscina en el piso superior, lo cual debe contribuir a aumentar el posicionamiento del hotel, primero con la categoría Cinco Estrellas del centro de Cuba, sin tener en cuenta los cayos del norte”.
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Según el directivo, el Iberostar Trinidad “sobresale por su eficiencia económica y se ha beneficiado con constantes mejoras en los servicios prestados, en la decoración, ambientación y mobiliario, todo lo cual ha favorecido un elevado nivel de satisfacción entre los vacacionistas”.
Su ampliación forma parte de un “vasto programa inversionista del Turismo en Trinidad, incluida la Península Ancón, con el propósito de acrecentar los ingresos en divisa”.
Si bien los mantenimientos y mejoras son indispensables para el éxito de toda instalación turística, que se prioricen obras como ésta, y se presuman, en el actual momento que atraviesa la isla, no puede causar menos que indignación.
El pico pandémico y la creciente escasez de alimentos y bienes de primera necesidad sumen a los cubanos en una agónica existencia de la que no se librarán con remodelaciones hoteleras y proyectos encaminados a un turismo que podría generar más ingresos a futuro.