Los ancianos forman parte de los grupos de riesgo ante la pandemia de la COVID-19, por lo cual tienen la necesidad, más que la obligación, de quedarse en sus casas todo lo que les sea posible.
Hay muchos a los que no le queda más opción que salir a la calle, como Hipólito García Palacios, vecino de Edificio 15-E, apto. 2, Villa Panamericana, en La Habana, quien por problemas de salud está obligado a ir cada mes a la farmacia a adquirir sus medicamentos, y para no darse un viaje infructuoso hasta el lugar, se asegura primero de hacer una llama para saber si hay lo que necesita.
Este 10 de septiembre el periódico oficialista Juventud Rebelde, en su columna Acuse de Recibo, se hizo eco de una carta enviada a su redacción por Hipólito, donde denuncia que está cansado de llamar pero ninguna farmacia le responde el teléfono.
"En las actuales circunstancias de aislamiento por la Covid-19, y de escasez de medicamentos, los empleados de las farmacias debían responder siempre los teléfonos, porque esas llamadas se hacen para saber si hay tal o más cual medicamento", escribió el Juventud Rebelde y agregó "en caso de que no lo hubiera, tienen el deber de localizárselo a quien lo necesita, en otra unidad".
En su carta Hipólito señala que "aunque esto se debe realizar permanentemente por algún empleado de la farmacia, no siempre se cumple, y nos obligan a trasladarnos al menos a dos o tres farmacias para ver si existe el que necesitamos, lo que es peor en el caso de personas de la tercera edad, como yo, con 76 años".
Relata además, que dos días antes "estuve llamando a todas las farmacias de Plaza, Centro Habana y Habana Vieja, durante casi dos horas pegado al teléfono. Y al final tuve que ir al otro día a la Dirección Provincial de Salud Pública, donde lo primero que me informaron es que eso era obligación de la farmacia. ¿Quién hace cumplir lo que está establecido de años?".
Pero qué se puede esperar de un país donde nada está bien, donde nada funciona; un país secuestrado por la burocracia, donde nada es de nadie y al mismo tiempo es de todos, pero solo en teoría, porque en la práctica el país es de los Castro, y a ellos no les faltan los medicamentos, no tienen que hacer colas, y mucho menos desandar de farmacia en farmacias.