Esta semana, luego de diez días sin poder comer arroz una cubana de La Maya, poblado oriental de la isla, compró las libras adicionales –dos por persona– que el régimen entregó a precio subsidiado para sobrellevar la crisis alimentaria. Pero Mindalia (56 años), no resolvió mucho con el “salvavidas” que le lanzó el gobierno, porque cuando revisó la mercancía en su casa, comprobó que los granos estaban llenos de gorgojos y olían a “rancio”.
Según un reportaje sobre la escasez de alimentos en esa localidad de la provincia Santiago de Cuba, que fue publicado por el medio independiente CubaNet, Mindalia regresó de inmediato a devolver el arroz, pero la respuesta de la administradora fue tajante: “Todo está igual porque tiene mucho tiempo en el almacén. Justo nos mandaron a venderlo porque no se puede botar”.
No es un caso aislado. Ha sucedido también con la harina de trigo en La Maya. Hace unos tres meses, cuando se limitó la venta liberada de pan en el país, debido a la falta de materias primas, la calidad bajó mucho.
“Sinceramente el pan está asqueroso. Siempre ha habido su problema, pero desde un tiempo para acá, cuando uno logra conseguir algunos, lucen y saben terrible”, denunció un consumidor en el reporte de CubaNet.
Un trabajador de la Panadería Especial del poblado, bajo anonimato dijo al medio independiente: “Antes de utilizar la harina de yuca y de moringa que estamos usando en estos momentos, nos asignaron una importada de Turquía. Es de lo más buena, pero estaba infestada de gusanos. Nosotros la cernimos, pero el sabor a podrido se le queda al pan, como es lógico”.
Sobre los sustitutos de la harina de trigo para elaborar el pan, criticó que “es un invento de los peores. La moringa, por ejemplo, podrá tener propiedades y demás, pero su uso atenta contra la calidad del pan, pues sabe malísimo y tiene una textura rara”.
En la isla el gobierno detuvo la venta liberada de arroz, alimento esencial en la mesa de los cubanos, y miles de ciudadanos han tenido que sobrevivir racionando unas siete libras mensuales per cápita que vende el estado, una cuota que en la mayoría de las familias no dura más de dos semanas.
Po eso ha aumentado el consumo de plátano burro y harina de maíz, cunado se encuentran. El precio del arroz en el mercado negro se ha disparado hasta los 30 pesos la libra, según la corresponsal de CubaNet en La Maya.
“Yo vivo con mi papá y mi hijo. Entre los tres cogemos 21 libras de arroz y estirándolo nos dura más o menos hasta el día 15. De ahí para allá es comiendo fongo [plátano burro] o lo que aparezca, hasta el otro mes”, dijo Zenaida, trabajadora de servicio en el Policlínico Central de La Maya.
La mujer compró un centenar de mazorcas de maíz a finales de julio y desde entonces alterna con tamales y panes viejos que cuando los consigue guarda en el refrigerador para conservarlos.
“Me da pena decirlo, pero muchas veces cuando los panes se están poniendo verdes y con moho, los he tenido que tostar para comerlos. También se los doy así mismo a mi papá que está enfermo y a mi hijo, porque no tengo otra opción”, se lamentó.