Cuba abrirá el 1 de enero de 2021 marcado por el “día cero” de la reforma monetaria y cambiaria, considerada la más compleja de las transformaciones económicas emprendidas en el país en las últimas tres décadas con un fuerte impacto en el entramado social.
Su puesta en marcha definitiva, tras aplazamientos del proceso anunciado en 2013, comienza ahora en medio de la tensa y crónica crisis económica que arrastra Cuba, agravada por el negativo efecto de la pandemia de la COVID-19 y el reforzamiento de las sanciones contra las empresas militares y funcionarios castristas, por parte del gobierno de Estados Unidos.
Además de coincidir con el inicio del Año Nuevo, este 1 de enero el régimen conmemora el 62 aniversario de la llegada al poder de la revolución en igual fecha de 1959, que bajo el liderazgo de Fidel Castro derivó en la dictadura más longeva de Occidente.
La reforma monetaria ineludible trae implícita un reajuste salarial, de las pensiones, retirada de subsidios y un incremento de los precios de bienes y servicios, aunque el castrismo ha negado que se trate de un paquetazo neoliberal.
Cuba entra este viernes en el complicado camino de la unificación de sus dos monedas, el peso cubano CUP y el convertible CUC, que desaparecerá de la circulación dentro de seis meses, así como de la eliminación de una serie de distorsiones económicas provocadas por el propio gobierno, fundamentalmente por la diversidad de tasas de cambio existentes.
A partir de esta fecha desaparecerá el peso cubano convertible CUC -moneda artificial paritaria con el dólar, dentro de las fronteras nacionales, puesta en circulación en 1994- y el peso cubano CUP, la moneda única con denominación legal para todas las operaciones, se devalúa frente al dólar con una tasa oficial de cambio fija de 1 USD por 24 CUP.
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Hasta ahora la tasa de cambio autorizada era de un CUC por 25 CUP para la población y el sector privado, pero imponía una fuerte devaluación de 1 CUC=1 CUP para las empresas estatales.
Aunque esta medida es reconocida como necesaria, economistas y población señalan que el mayor peligro que puede traer el final de la dualidad monetaria y cambiaria es la inflación (que ya se está viendo en productos escasos), por la subida de los precios de bienes y servicios, pese al incremento de ingresos que supone la anunciada aplicación de una reforma salarial y de las menguadas prestaciones de la asistencia social.
La “tarea ordenamiento” ha supuesto entre otras medidas la actualización de las plantillas laborales, el cambio de denominaciones de billetes de CUP, y la subida de precios de los productos básicos que se ofertan por la cartilla de racionamiento, vigente desde 1962, y de servicios como las tarifas eléctrica, telefónica y transporte.
Precisamente, el alza de las tarifas de la electricidad hasta el 500 por ciento respecto a los precios del 2020 provocó un malestar general entre la población cubana, que volcó sus quejas y críticas en comentarios a nivel de calle y en las redes sociales, una vía cada vez más usada por los cubanos como espacio de opinión pública.
A ello el régimen cubano respondió esta semana con el anuncio de una modificación a la baja para todos los tramos de consumo en los que se divide la tarifa eléctrica que se aplicarán desde inicios del venidero año, aunque continúa siendo una subida considerable.
(Con información de EFE)