Los estudiantes congoleños en Cuba sobreviven como pueden. Algunos tienen que hacerlo con lo que les entrega a cuentagotas su gobierno. Otros, salen a la calle a luchar el plato de comida. 27 meses de atrasos en sus estipendios llevaron a la protesta de los estudiantes congoleses de medicina. La protesta llevó a la expulsión y al silencio.
Según un artículo publicado por la revista independiente EL TOQUE, a diferencia de otros países, el Congo no incluye viajes de los estudiantes a su país durante la carrera, según versa el contrato de formación profesional establecido con la Isla.
Un pasaje de ida y vuelta a su país, desde Cuba, no baja los 5 000 dólares y los estudiantes, en su mayoría de medicina, comentan no poder darse esos lujos.
Muchos de los jóvenes que cursan estudios en Cuba y provienen de El Congo, se dedican a la compraventa para sobrevivir, otros al corte de cabello, o a la cocción y venta de alimentos dentro de la misma residencia estudiantil.
Teléfonos, ropa, perfumes y zapatos engrosan la lista de estos jóvenes quienes obtienen la mercancía en otros países y la re-venden en Cuba con el único fin de sustentarse.
La precaria situación en la que viven los estudiantes en la isla los llevó el pasado 2 de abril a acumulrase frente a la Embajada del Congo en La Habana con el fin de exigir sus derechos, no siendo esta la primera vez que de esta forma mostraban su inconformidad ni la única gestión que habían hecho para exigir sus derechos.
Tras los hechos pacíficos ocurridos en la sede diplómática, el 8 de abril sucedió un enfrentamiento violento entre un grupo mayor de congoleños contra fuerzas del Ministerio del Interior, los cuales permanecían en la residencia Salvador Allende con el fin de evitar una nueva protesta frente a la embajada.
Estudiantes expulsados de la carrera y repatriados, unido a otros tantos amonestados y un par bajo privación de libertad y en espera de juicio, fue el resultado ya previsto del enfrentamiento provocado por la inoperancia de sus estipendios frente al costo de la vida.
El resto de los muchachos cobró de una vez 12 estipendios, unos 1500 dólares por cabeza. El hecho les costó el puesto de trabajo a unos cuantos en esa sede diplomática.
Pero no podría decirse que esta práctica es novedosa. Los cubanos que cursaron estudios en Europa del Este no olvidan los malabares que hacían para estirar el dinero. Lo que sí resulta preocupante es el hecho de que un Gobierno, a su antojo, manipule la frecuencia de pago, lo que genera un modo diferente de supervivencia estudiantil.