Este 19 de diciembre el oficialista periódico Granma publicó un artículo donde asegura que "es una farsa decir que en Cuba la cultura está enfrentada a la Revolución, y los artistas, a las instituciones", pero, sin el más mínimo deseo de coincidir con el pasquín del Partido Comunista, debo decir que tiene razón, porque esta situación es al revés: la revolución, entiéndase la dictadura, es la que está enfrentada a la cultura, y asimismo, sus instituciones a los artistas, sin importar si estos son afines o no a sus políticas.
Granma, fiel al discurso oficialista, se atreve a realizar esta afirmación, basándose en la realización este viernes del Segundo Pleno del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunista (UJC), donde militantes de esa organización sostuvieron un debate sobre las políticas culturales de la dictadura y en el que concluyeron, que en el venidero 2021, deben "seguir en este combate cultural, que es cada vez más fuerte", haciendo alusión a los justos reclamos que por estas semanas adelantan artistas independientes, escritores, periodistas e intelectuales, a raíz de los sucesos ocurridos el pasado mes de noviembre entorno al Movimiento San Isidro.
La reunión contó con la presencia de Ernesto Luis Corvo Vizcaíno, funcionario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba; Alpidio Alonso Grau, Ministro de Cultura; Fernando Rojas, Viceministro de Cultura; Diosvany Acosta Abrahante, Primer Secretario de la UJC y Rafael González Muñoz, Presidente Nacional de la Asociación Hermano Saíz.
Según Granma, en palabras de Alpidio Alonso Grau, lo que está ocurriendo en Cuba es una farsa, pues su ministerio "acompaña los procesos de creación y divulgación artísticas, por lo cual estamos obligados todo el tiempo a dialogar con nuestros creadores", y esto lo expresa con todo el cinismo que caracteriza a los funcionarios del castrismo; como si apenas hace dos semanas atrás, la institución que dirige, no hubiera faltado a su palabra, rompiendo el diálogo que tenía pactado con un grupo de artistas independientes, bajo la excusa de que eran mercenarios al servicio del gobierno de los Estados Unidos.
Agregó Alpidio Alonso, que "hoy estamos habituados a tener a nuestra disposición museos, escuelas, bibliotecas, cines, teatros y otras instalaciones", señalando esto como logros sociales y culturales del régimen, pero lo que no dice, es que para poder disfrutar de todas esta cosas, hay que ser cómplice de la dictadura, pues en cuanto algún artista da signos de irreverencia hacia la política cultural que impera en el país, de inmediato es segregado, como solo puede suceder en un régimen totalitario que no le reconoce a los seres humanos, ni los más elementales derechos.