El escritor y cineasta cubano Eduardo del Llano vertió más polémica sobre su postura respecto al sistema político imperante en la isla y afirmó apoyar lo que otros llaman “tiranía” o “sangrienta dictadura castrista”, aunque, matizó, “no es un apoyo incondicional”.
“A ver si entienden de una vez que YO APOYO eso que ustedes llaman "la tiranía" y "la sangrienta dictadura castrista". No es un apoyo incondicional: no soy militante, nadie me paga, me soborna o amenaza”, escribió del Llano este sábado 26 de septiembre en su perfil de Facebook, donde ha recibido centenares de comentarios y reacciones a favor y en contra de su pronunciamiento.
“Critico lo que considero que está mal desde aquí y desde hace tiempo, cosa que la inmensa mayoría de ustedes no hizo”, agregó el artista, en clara interpelación a los cubanos que salieron del país y se oponen activamente al régimen en las redes sociales.
Un régimen al que del Llano aseguró en su post apoyar “no por lo que pueda tener de dictadura, sino por lo que desde luego tiene de libertario y antimperialista”. “¿Les queda claro, o necesitan que les haga dibujitos?”, cuestionó irónicamente a sus interlocutores al cierre de su texto, que hasta el momento ha generado cerca de 300 comentarios e igual número de reacciones.
Durante varios años, los cortometrajes de del Llano de la serie de Nicanor O´Donnell -personaje interpretado por el destacado actor Luis Alberto García- figuraron entre los materiales audiovisuales más críticos del sistema cubano, abordando aspectos silenciados del día a día en Cuba como la censura, el oportunismo y la permanente vigilancia de los órganos represivos y de seguridad.
Autor de las novelas “Cuarentena”, “Ocio y medio”, y “Bonsai”, el también escritor fue coguionista de la cinta Alicia en el pueblo de Maravillas, de Daniel Díaz Torres, censurada y condenada en 1991 por el régimen por su espíritu crítico, contestario y antitotalitario.
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Sin embargo, en los últimos meses la postura crítica de del Llano ha sido puesta en entredicho por muchos que desaprueban sus pronunciamientos en favor de algunos aspectos de la realidad cubana bajo el dominio inalterable y absoluto del Partido Comunista.
A inicios de febrero, el cineasta criticó a aquellos que denunciaban edificios en peligro de derrumbe en la isla, una iniciativa surgida a partir de la muerte de tres niñas como consecuencia de la caída de un balcón en La Habana Vieja.
Para el artista, la muerte de las menores en el barrio Jesús María era algo “espantoso”, que no justificaba la falta "objetividad" de los que señalan los derrumbes en Cuba sin mirar a los desastres que suceden también en otros países.
"Es terrible ver cómo se manipula políticamente una tragedia como esta. Es verdad que hay viviendas con peligro parcial o total de derrumbe, pero eso no es toda Cuba", dijo el realizador, para luego agregar que, aunque algunos no lo crean, “en Cuba hay una normalidad”.
“Hay gente que investiga, hay eventos culturales, deportivos, debates. En Cuba hay una inmensa clase media que vive con total normalidad, aunque en los últimos meses se ha empeorado un poco por las medidas de Trump”, dijo, en un argumento que muchos descalificaron por alinearse a la constante oratoria justificativa del régimen ante todos los males que aquejan al país.
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Del Llano también defendió lo dicho por la periodista Irma Shelton sobre la supuesta hambre de muchos en países como España y Estados Unidos, una afirmación que provocó burlas y memes, sobre todo por el “olvido” de la periodista de la constante escasez de alimentos que padecen los cubanos.
Aunque el creador también ha acudido a sus redes sociales para pedir pluripartidismo en Cuba y más democracia, su defensa y alineación con posturas oficialistas le han granjeado el rechazo de muchos, que lo consideran un defensor del régimen y no el artista crítico que se suponía.
Como consecuencia del absolutismo de la ideología impuesta en Cuba, para muchos cubanos hay que tener una postura clara: o se está contra el régimen o se está con él. Sin embargo, para otros esto no es más que una muestra de cuán divididos e incapacitados para dialogar están los cubanos, sean defensores, detractores o enemigos del sistema vigente.