Desamparada y decepcionada. Así dice sentirse Roxana Martínez, una madre cubana de 24 años de edad cuyo hijo primogénito padece de mielomeningocele, un tipo de espina bífida, que es un defecto de nacimiento en el cual la médula espinal de un bebé no se desarrolla de manera adecuada.
Días atrás Roxana hizo una publicación en Facebook en la que dio a conocer su caso, marcado por un conjunto de incomprensiones gubernamentales y desatenciones para el caso de su hijo, en extrema vulnerabilidad social por su patología.
Según afirmó recientemente, después de su publicación en Facebook tampoco nadie ha ido a su casa a preocuparse por el niño ni darle atención. Su hijo Jonathan, el mayor de dos, fue operado al mes de nacido y como consecuencia quedó postrado, sin posibilidad de caminar.
“La operación duró cerca de cuatro horas. El niño quedó muy mal, en terapia intensiva. Hubo que transfundirlo”, relató Roxana para un reciente video de Cubanet. “Estuvo siete días así y debido a la operación fue que quedó postrado”, precisó.
“A los cuatro meses vine para La Habana en busca de ayuda, para ver si tenía solución y había la posibilidad de que pudiese caminar, pero nada. Los médicos determinaron que su problema no tenía solución”, agregó la angustiada madre.
“Como madre me siento muy desamparada”, subrayó, al tiempo que aclaró que no se ha quedado en la casa sin hacer nada por su hijo. “Lo he hablado ya hasta lo más arriba posible y no se han preocupado por el niño. Me siento muy decepcionada y no es tema de política, es un tema de conciencia, de un niño que necesita. El discapacitado tiene prioridad en el mundo entero”, pero aquí…
“La trabajadora social vive a dos cuadras y nunca viene por acá. Con el tema de la maestra se justificaron con que no había maestros para poner en la casa, que las escuelas estaban en falta de maestros”, comentó Roxana como elementos de fuerza o causa de su sentir.
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Según detalló, el Estado le da a Jonathan una dieta que incluye “una bolsita de leche y un pedacito de pollo para un mes entero”. “No le dan nada”, sentenció.
Asimismo, agradeció que muchos amigos de Facebook le han enviado donaciones y gracias a eso ha podido comprar pañales desechables, que son los únicos que no le hacen escaras al niño.
Imposibilitado de hacer vida social, al menos la que muchos tachan de “normal”, Jonathan gusta mucho de la computación. Roxana refirió que hace mucho tiempo le viene pidiendo una computadora, “pero no tengo de donde sacar una”, lo cual es una lástima, dice, porque “es un niño muy inteligente”.
“Me hace preguntas bien duras que no sé cómo responderle. Por qué mi hermanito camina y yo no, si salimos del mismo vientre”, relató la madre con lágrimas en sus ojos, antes de concluir que sigue adelante gracias al continuo apoyo de su abuela y la fuerza que le dan sus dos hijos. “Por ellos sigo luchando. Quisiera darles de todo, pero aquí uno no puede nada”, concluyó.