Este martes circula en redes sociales una carta de un masón cubano, sin identificar, pronunciándose sobre derechos y libertad de expresión en Cuba.
Cabe aclarar esta es la opinión solo de uno de los miembros de la logia, pues la institución tiene entre sus dogmas no pronunciarse sobre temas políticos.
Las Constituciones de Anderson indican que: "no deben llevarse a estas reuniones odios privados, ni motivo alguno de discordia y, sobre todo, deben evitarse en absoluto las discusiones sobre religión y política, sobre nacionalidad, puesto que los masones, como antes hemos dicho, no profesan otra religión que la universal, y que pertenecen a todos los pueblos, a todas las lenguas".
A continuación ADN Cuba reproduce textualmente la misiva que circula en redes sociales:
La Habana, a los 5 días del mes de diciembre del año 2020 de la E. V. y 6020 de la V. L.
A:
IH. Ernesto Zamora Fernández. Gran Maestro de la Gran Logia de Cuba de A. L. y A. M.
IPH. José Ramón Viñas Alonso. Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33 para la República de Cuba.
GIGO. VH. Rogelio Ibáñez Cabodevilla. Gran Decano de la Meritísima Asociación de los Veteranos Masones.
Sra. María Elena Reyes. Gran Gentil Mentora de la Orden Hijas de Acacia.
VH. Noel Cárdenas Hernández. Presidente de la Cámara Auxiliar Nacional Ajefista.
A todos los Masones, Hijas de Acacia y Ajefistas de Cuba.
Sean las primeras líneas portadoras de un fraternal saludo.
Antes que nada, se impone ofrecer felicitaciones a todos los Masones cubanos con motivo de las celebraciones por el Aniversario 161 de Fundación de la Gran Logia de Cuba de A. L. y A. M., lo que sin dudas inspira júbilo y alegría para todos los que nos honramos de pertenecer a ella; pero tras una revisión simple a esa historia de la cual estamos tan orgullosos, nos quedan entre pecho y espalda encontrados sentimientos que vienen a motivar estas líneas, dado el hecho de que resulta antagónica con la realidad que hoy vive la “Institución Orgánica de la moralidad” en Cuba.
Por estos días la Nación se ha visto envuelta en situaciones muy peculiares, pudiendo calificarse las mismas como “INEDITAS” en los últimos 60 años. Un grupo numeroso de Artistas, intelectuales, juristas y pueblo en general levantan su voz para demandar del Gobierno el reconocimiento de derechos tan básicos como la libertad expresión, la independencia económica, garantías jurídicas y participación plena en los destinos de la República a partir de un sistema democrático e inclusivo en el orden político y social.
Es conocido que todo cuanto huele a política activa en nuestras mentes un automático sistema de defensa cuyo núcleo radica en ese malinterpretado Antiguo Limite, bien cubanizado, que sentencia: “La Masonería no se mezcla con cuestiones políticas ni religiosas”. Sin embargo, la cuestión es que no estamos hablando de “POLITICA”, estamos hablando de “PRINCIPIOS”.
La Masonería, desde el momento mismo en que solicitamos ingreso a sus Templos, nos impone como regla inquebrantable el “Ser un hombre libre y de buenas costumbres”, mas no es libre aquel que no puede decir lo que piensa y siente, porque en caso de hacerlo es tratado como delincuente.
No puede considerarse un hombre libre quien no tiene la posibilidad de ser escuchado, de decidir los destinos de su familia, que educación desea para sus hijos, o sencillamente decidir dónde quiere vivir o morir.
No pueden considerarse los Masones cubanos como hombres libres cuando no pueden decidir los destinos de la propia Orden, ya que se les regula y fiscaliza sus Libros de Actas, acuerdos y finanzas, las mismas que con tanto sacrificio quitan de sus bolsillos y no dan a sus familias para ponerlo a disposición de la Fraternidad.
No son los Masones cubanos Libres cuando tienen que solicitar “PERMISO” a una organización política para rendir homenaje a nuestros propios Hermanos o sencillamente reunirnos.
No somos libres porque durante 60 años y a golpe de expropiaciones, multas, clausura de Logias, difamación de sus miembros y manipulación mediática; se ha relegado a la Orden a un aislacionismo brutal como forma de control, haciendo de nuestros Talleres verdaderos Clubes sociales donde prima la hipocresía del silencio.
Que levante la mano aquel masón no ha visto con sus propios ojos como las Logias se caen a pedazos mientras el Ministerio de Justicia y Departamento de Asuntos Religiosos y Fraternales del Partido diluyen en trabas burocráticas el acceso a los medios para su restauración.
Eleve alguno su voz para negar como se pudren en los archivos documentos de incalculable valor para la historiografía cubana, por el sencillo hecho de no “ser de interés gubernamental”.
Ponga alguien argumento de oposición al planteamiento de que los pocos actos públicos que lleva a cabo la Masonería cubana son constantemente observados o monitoreados por la Seguridad del Estado y la Policía Nacional.
No creemos necesario exponer a detalle el por qué la Masonería cubana se ha ganado en la sociedad el prestigio de ser en todo tiempo garante de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad del pueblo; pero resulta necesario destacar que no ha existido momento en la Historia Gloriosa de Cuba donde los masones hallan guardado silencio mientras se oprime el derecho y se humilla la dignidad.
Fue el principio masónico de Libertad de las personas y de los grupos humanos, ya sean instituciones, razas o naciones y en todos sus aspectos, es decir, libertad de pensamiento y libertad de movimiento; lo que impulsó a nuestro Próceres a tomar las armas y verter su sangre en la manigua, creando un concepto único de Nación y Nacionalidad.
Fue el principio masónico de Igualdad de derechos y obligaciones de los individuos y grupos humanos sin distinción de religión, raza, sexo o nacionalidad, lo que llenó el corazón de Máximo Gómez mientras levantaba la Bandera de la Estrella Solitaria en aquella hora sublime en que se proclamaba la Republica.
Fue el principio masónico de Fraternidad entre todos los hombres y entre todos los pueblos y naciones, porque todos los seres humanos nacen libres e iguales en derechos y en dignidades, lo que motivó a muchos Ajefistas y Masones dignos a ofrecer su apoyo a la revolución de Fidel Castro; para ser después traicionados de la manera más vil; siendo obligados al exilio o al olvido.
¿Cómo es posible que a pesar de todo esto la Masonería cubana continúe guardando silencio?
¿Cómo hemos de explicar a las futuras generaciones que una vez llegado el momento de aferrarnos a nuestros PROPIOS PRINCIPIOS, dimos la espalda a los humildes y callamos una vez más?
No hablamos de apoyar al llamado Movimiento San Isidro o que las Logias se conviertan en centros de debate político, todo lo contrario, hablamos de que ha llegado el momento de hacer valer nuestros derechos como Institución y como ciudadanos, teniendo el deber de invitar a la mesa de dialogo al Gobierno; a fin de exigir lo que por derecho corresponde, haciendo valer esa frase del IH. José Julián Martí que dice: “… los derechos se toman, no se piden. Se arrancan, no se mendigan”.
Es el momento de que la Masonería cubana levante su voz aclamando justicia, porque prestigio y dignidad tiene para ello.
Nuestra Institución no tiene que rendir cuentas a dependencia gubernamental alguna, puesto que no forma parte de ninguna de las instancias del Estado, de ahí que sus Libros, caudales y patrimonio no tienen que ser sometidos a fiscalización de nadie. Teniendo además el derecho y deber de exteriorizar sus elevados fines y sagrados postulados sin que para ello medie la autorización estatal.
Al ser poseedora de “Personalidad Jurídica” la Institución Masónica Cubana tiene el derecho y el deber de contar con sus propios medios de difusión masiva, donde pueda exponer de forma libre y sin censura sus principios, los que al fin y al cabo, resultan los mismos que dieron forma a la Nación. Además, le asiste el derecho de contar con una Banca propia si así lo considera necesario, o depositar sus metales en la Agencia Bancaria de su preferencia y no la que determine el Estado.
Los masones cubanos tienen el derecho de expresarse libremente, de forma individual, conforme a su derecho ciudadano, sin que por ello se les censure o catalogue de delincuentes.
La Institución tiene el derecho de contar con una Escuela y una Universidad Masónica, a fin de que sus miembros y ciudadanos en general, gocen de la libertad de educar a sus hijos e hijas bajos los principios que profesan.
El Edificio Nacional Masónico “IH Carlos Manuel Piñeiro del Cueto” y el Asilo Masónico “Llansó”, fueron ideados, construidos y sostenidos con el dinero, la sangre y el sacrificio de los Masones cubanos; por tanto, es tiempo de que la administración plena de esas dependencias sea devuelta a manos de sus legítimo dueños, o sea, la Gran Logia de Cuba de A. L. y A. M. y el Supremo Consejo del Grado 33.
Espero sepan perdonar la rudeza de algunas palabras, pero las circunstancias así lo imponen. No es justo que de forma aislada algunos masones levanten su voz, mientras otros guardan silencio al amparo de la supuesta observancia de la Ley.
No demos más la espalda al problema, es tiempo de enfrentarlo con honor y valentía, como en su tiempo lo hicieron nuestros Padres Fundadores.
Reciban un T. A. F.
JN (N.S.)