* Por Frank Correa
“Fue en el 2005 que perdí aquel refrigerador americano que era patrimonio de la familia desde los años 50, y que jamás había pestañeado, por un refrigerador chino marca Haier que ya está roto; y además salí con una deuda de 5 mil pesos por el nuevo equipo”.
Así habla el viejo Wilson, que vive en Jaimanitas y dice sentir nostalgia por aquel refrigerador que “me quitaron a la fuerza”, cuando la llamada Revolución Energética, uno de los últimos encantos del Comandante en Jefe.
“Recuerdo que mi Philco no hacía hielo, pero congelaba, y enfriaba igual. Este Haier pudre toda la comida que guardo pues no enfría, porque las juntas de la puerta, que es lo primero que pierde el Haier, no las hay en el mercado, y como la puerta no cierra herméticamente se va el aire y todo lo que guardo para el otro día se pudre. ¡Y con lo caro que está conseguirlo!”.
Otro problema de los refrigeradores marca Haier es la base, que se oxida y se rompe y el equipo pierde el equilibrio, algo básico para la correcta circulación del gas. Y quedan pocos chapisteros en los pueblos que reparen estos daños, por falta de materiales y sus altos precios cuando aparecen. Decenas de miles de esos refrigeradores cambiados en 2005 se encuentran hoy inservibles.
“Son miles los que en Cuba deben estar en una situación igual. Viejitos como yo, viudas, gente que ya falleció y nadie sabe cómo se va a pagar esa deuda, porque por ejemplo yo, no voy a pagar jamás esa deuda, yo me declaré desde el inicio en rebeldía, porque considero un inapropiado ejercicio de la fuerza que me obligaran a cambiar mi Philco enviando un policía a mi casa”.
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Wilson cuenta que se había negado dos veces al cambio del refrigerador, durante las visitas que le hiciera la presidente de su CDR (Comité de Defensa de la Revolución) para tratar de convencerlo.
“Pero la tercera vez vinieron con un policía en un camión y un mecánico, que examinaba el equipo viejo y diagnosticaba su estado. Recuerdo que el mecánico, cuando vio la máquina, abrió los ojos al ver que aún estaba sellada de fábrica. Esa máquina estoy seguro que no llegó a su destino. Tampoco el Philco”, comenta Wilson.
El anciano tiene hoy una astronómica deuda con el estado cubano de 5 mil pesos, que, teniendo en cuenta su pensión, es una cifra impagable.
“Me han citado varias veces al banco y no me presento. La última vez me dijo el funcionario que me trajo la citación que pasaría mi caso para el tribunal", cuenta Wilson, quien además asegura que tiene una estrategia clara:
"Me estoy preparando para ese momento y voy a ejercer mi propia defensa. Con ahínco, como hizo una vez ese que inventó la revolución energética y me quitó mi Philco. Y me aferraré a su propia consigna y la engrandeceré: ‘La deuda externa es impagable,… y la deuda injusta también’”.