Como era de esperar, la prensa oficialista cubana y la maquinaria del régimen en las redes salieron en defensa del vocero castrista Humberto López, quien la víspera agredió físicamente a la activista por los derechos humanos Yeilis Torres Cruz, según denunció ésta luego de sorprenderlo en una presunta infidelidad y exponerlo públicamente.
En el portal Cubasí del monopolio de las Telecomunicaciones de la isla, Etecsa, el también vocero del régimen Manuel Henríquez Lagarde salió en defensa de su compañero de causa y trató de convertirlo en víctima, desvirtuando las acusaciones de Torres Cruz y atacando la reputación de ésta.
Para Lagarde, su colega fue objeto de una encerrona por parte de quienes están molestos con su trabajo en la emisión estelar del Noticiero Nacional de la Televisión cubana, donde, dijo, “en más de una ocasión ha puesto al descubierto el accionar ya sea de los grupos mercenarios en Cuba o radicados en Estados Unidos”.
Repitiendo la retórica habitual del oficialismo, Lagarde hizo un análisis plano en el que no dio cabida a pluralidad alguna de puntos de vista ni a las opiniones de aquellos que han manifestado su oposición a los escarnios públicos de López en tanto vulneran derechos humanos básicos, asesinan reputaciones y lanzan acusaciones sin pruebas ni sustento legal de ninguna índole.
Para él, López no cometió agresión alguna y sólo se defendió de un ataque u ofensa a su privacidad, vulnerada cuando salía de casa de una “amistad”. En su relato, toda la verdad y la razón están con el nuevo miembro del Comité Central del Partido Comunista (PCC), ya que la denunciante es una persona “contrarrevolucionaria” cuya integridad e historia de vida son muy cuestionables.
Nada novedoso, habida cuenta de que en el oficialismo suele hacerse oídos sordos ante acusaciones de violencia de género y se ha premiado incluso a personas que, según se asegura, rumora o demuestra, han violentado a sus parejas. Como ejemplo valga mencionar al exyerno de Raúl Castro y jefe de Gaesa, Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, quien el vox populi refiere maltrató físicamente a su exesposa e hija del dictador en supuesto retiro, Deborah Castro Espín.
Lo que en la mayoría de los contextos supondría el fin de su carrera política y militar, así como una acusación formal y la condena derivada, para López-Calleja no supuso nada. Lejos de frenarse o retroceder, su carrera en el poder sigue al alza y ya es hasta miembro del Buró Político del PCC.
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Fiel a ese ejemplo, Humberto López no mostró reparo alguno en intentar arrebatar el teléfono de la mujer que le increpaba y, al ver que no podía y según el testimonio de Torres Cruz, agredirla. Se sabe protegido y con carta blanca para hacer cuanto le plazca, así como respaldado por otros voceros y una maquinaria propagandística que siempre contemplará sólo su versión.
Como muestra, además de Lagarde, ciberclarias al servicio de la Seguridad del Estado también salieron a desmentir a la activista y defender a López. Una de las más "célebres", el llamado Guerrero Cubano, no tardó en desestimar también lo dicho por la activista y calificarla de “delincuente al servicio de las peores causas”, que realizó una “provocación sin sentido contra el periodista” y cometió “delitos de gravedad”.
“Todo estaba concertado y financiado”, aseguró la ciberclaria, que anticipó lo ya confirmado por Torres Cruz: sin investigación rigurosa e independiente alguna, su denuncia de agresión fue ignorada y es ella la denunciada por presunto atentado a López.