Entre lo que puede mostrar el régimen cubano a sus súbditos, para que duerman confiados en que llevarán comida a la mesa, están unos 2000 kilómetros de tripas que “logran recuperar” de cerdos y reses. Mientras, la carne de esos animales –que seguramente sería mejor recibida por los ciudadanos– viaja otros destinos, como el turismo y las mesas del Partido Comunista, o se pudre en almacenes por la ineficiencia del sistema, como se ha visto.
Cuando uno escucha a un dirigente castrista hablar de los logros de su gestión, y de las medidas del gobierno de Miguel Díaz-Canel para resolver la grave escasez de alimentos, no sabe si reír de la estupidez exhibida por los funcionarios, o llorar por la suerte de los cubanos bajo esa banda de gordos mediocres.
Así fue con la emisión del miércoles de la Mesa Redonda, principal programa televisivo donde la dictadura se burla del pueblo y destila su propaganda. Ante el sonriente presentador Randy Alonso, que emula en abyección y cretinismo con sus invitados oficialistas, el Ministro de la Industria Alimentaria (Minal), Manuel Santiago Sobrino Martínez, habló de “logros” y proyecciones de la entidad que con tan poca fortuna comanda.
Uno de los resultados más “notables”, lo presentó como ejemplo de la innovación en las empresas del Minal.
“Se trabaja por estos institutos, por nuestros investigadores, por nuestro personal técnico que también esta en todas las líneas de producción, en nuestros laboratorios, otro grupo de medidas…”, comenzó diciendo.
“Se ha logrado recuperar, por ejemplo, Randy, dos millones de metros de tripas de la res y del cerdo”, lo que equivale a 2000 mil kilómetros de intestinos para alimentar al pueblo.
El funcionario afirmó que “eso no es de países pobres, eso es un aprovechamiento cárnico de países desarrollados”. Y dijo más. Cínicamente, Sobrino Martínez espetó que “hay cultura en Cuba de consumir 'eso'”, con lo que asegura “se hacen excelentes productos, se sustituyen importaciones”.
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En su defensa de la tripa, el ministro no mencionó que el ciudadano común no puede comprar, ni barato ni caro porque se pierden por largas temporadas, carne de cerdo y mucho menos de res. El supuesto gusto del cubano por las tripas no es si no un signo de miseria.
Por ahora, “de esa tripa hoy aprovechamos el 18%”, pero mucho mondongo que tendrá el pueblo a la mano, según el rollizo ministro, porque “estamos incorporando varias máquinas, equipamiento construido ya en nuestra propia industria, más eficientes, para poder llegar a más cantidad de metros” de vísceras.
Entre las delicatessen que oferta el Minal, algunas se hacen gracias a que “se utiliza un 90% de la sangre del sacrificio de la res y el ganado (sic) y con eso también se desarrolla un grupo importante de productos de mucha satisfacción… Esto no es ocioso hacerlo, esto da comida con pocas vacas y pocos cerdos”.
Además, celebró que este año lo principal producido por el régimen para los cubanos sea “26 mil toneladas de croquetas en la industria cárnica, y más de 17 mil en la industria pesquera”.
Randy Alonso solo atinó a decir que con la sangre también se hace dulces.