En ocasiones, aunque sin querer directamente, los voceros del régimen y los medios oficialistas terminan reconociendo hechos y relaciones que van contra sus propias matrices de opinión, esas que a toda costa pretenden hacer pasar gato por liebre y defender lo indefendible.
Un ejemplo reciente vino en un reporte informativo desde Las Tunas, donde el periodista del Sistema Informativo de la Televisión Cubana reconoció que la decisión de permitir importar y exportar al sector privado obedeció en parte a las sanciones de Estados Unidos.
De manera indirecta, el oficialista dejó entrever que como entre las sanciones, el “bloqueo” y la pandemia 'la jugada se ha apretado', no queda otro remedio que aflojar un poco las cadenas, prohibiciones y limitaciones, para que los cuentapropistas o las formas de gestión no estatal –los eufemismos utilizados en el discurso oficial para referirse al sector privado- participen y contribuyan más a la recuperación económica.
“Caracterizada por un entorno desfavorable, signado por la influencia de una pandemia y las sempiternas limitaciones impuestas por un bloqueo económico, financiero y comercial, la economía cubana busca nuevas formas para incentivar una mayor calidad y competitividad de los rubros exportables”, afirmó el periodista tunero, sin darse cuenta que su argumento da créditos de efectividad a las sanciones de la actual administración estadounidense, que han forzado al régimen a relajar sus restricciones para el sector privado.
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En su reporte, el vocero oficialista entrevistó a funcionarios de comercio exterior y de la banca en la provincia, quienes explicaron los pasos que van dando para identificar a aquellos actores del escenario productivo local con potencialidades para insertarse en el mercado internacional y para “facilitar” la actividad de importación y exportación de los privados.
Según revelaron, en Las Tunas hay 12 productores individuales y 29 entidades jurídicas interesadas en importar insumos o exportar bienes y servicios, lo cual se hará siempre bajo la mediación y tutela de entidades estatales, seguramente con onerosas comisiones y sobreprecio del servicio mediante.
Para poder importar o exportar, los privados deben abrir cuentas corrientes asociadas a tarjetas magnéticas que operarán en dólares. Tienen que hacer un depósito inicial de 100 dólares o su equivalente en moneda libremente convertible, y a través de esta cuenta es que se harán todas las transacciones asociadas a su actividad de importación y exportación.
A finales de junio, el régimen anunció que crearía “facilidades de exportación” para el sector privado de la isla, aunque mediante empresas estatales “especializadas” que controlarán las operaciones.
Según detalló Rodrigo Malmierca Díaz, ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, “la idea es que, tanto las cooperativas como los trabajadores por cuenta propia, puedan exportar a través de empresas estatales especializadas”.
Se trata de un asunto complejo desde el punto de vista bancario y otra serie de factores que se irán trabajando por el camino, “pero es importante lograr que las cooperativas y los trabajadores por cuenta propia también sean partícipes de este proceso de recuperación”, subrayó el funcionario de un régimen que, ante la debacle económica, agudizada por el coronavirus, no ha tenido más opción que apelar a cualquier recurso.
Con esta medida de relativa apertura económica, puesto que siguen imperando las limitaciones y los temores al desarrollo económico personal de los cubanos, el gobierno se asegura el control de las eventuales exportaciones de negocios privados.
Al mismo tiempo, mantiene a ese sector limitado, entre otras cosas porque no se decide a darle personalidad jurídica, una condición solo disponible en la isla para empresas estatales y cooperativas.