Las “motorinas eléctricas” se han convertido en el medio de transporte que “más problemas resuelve” a los cubanos y aunque el Estado cubano no permite importarlas si alcanzan más de 50 km/h o tienen más de mil watt de potencia, en los talleres de la isla se hace “magia” y pueden llegar a los 150 km/h en pocos minutos. Listas para un entretenimiento de cubanos en tiempos de pandemia: las carreras clandestinas.
Ante la aguda crisis del transporte público en el país y la escasez de combustible, las motos eléctricas han sido “una válvula de escape ante la crisis”, aseguraron al sitio Cubanet varios entrevistados.
En la isla existe una cantidad considerable de unidades, importadas en su mayoría de la Zona Franca de Panamá, lo que favoreció el surgimiento de varios talleres particulares de reparación de estos vehículos.
Adriel González, refirió a Cubanet que “el termómetro para medir la calidad de los talleres y la eficiencia de los mecánicos son las carreras. Los talleres de reparación de motos eléctricas ganan clientes y fama si sus motos modificadas vencen en las carreras”.
Según Adriel, “en los talleres las alteran para las carreras y pueden llegar a alcanzar los 150 km/h fácilmente”.
Se considera que actualmente circulan por el país más de 200 mil “motorinas eléctricas”, como se conocen popularmente. Las autoridades policiales del régimen exigen el uso de cascos y una licencia de conducir; no obstante, estos vehículos se han involucrado en muchos accidentes de tránsito, principalmente en la capital.
Cubanet detalló que las citas para las carreras se hacen a través de las redes sociales y los eventos tienen lugar al caer la tarde en tramos de autopistas que no están vigilados por la Policía Nacional Revolucionaria.
“Los mecánicos miden sus conocimientos en estos enfrentamientos. Ganan más fama con cada carrera: el ganador siempre se lleva el mayor número de clientes al taller que le sirve. Las modificaciones muchas veces son un secreto muy bien guardado para que nadie pueda copiar los inventos”, precisó Adriel González.
Por su parte, el mecánico Marcos Díaz, residente en La Habana, comentó que las principales modificaciones las hacen en los imanes del motor, reemplazando las baterías o agregando más voltaje.
“Las cajas reguladoras se cambian por otras más potentes, entre otras cosas que no diré, son secretos de profesión y de eso dependen los resultados”, señaló.
En las carreras, las apostadores ponen en juego lo mismo dinero en efectivo que el propio vehículo en que corren y se cubren distancias de 100, 200 y 500 metros.
Daniel Soto, propietario de un equipo modificado para las carreras, especificó que las carreras son “uno de los pocos entretenimientos que tenemos ahora que no se puede hacer nada por el coronavirus. Le he ganado en las carreras a motos ETZ, Jawa y Suzuki. Básicamente nos vamos para las carreras y nos jugamos todo el dinero que tenemos; sabemos que vamos a ganar y los contrincantes muchas veces se confían porque no pueden ni imaginar que una moto eléctrica puede llegar primero a la meta”.
“Las modificaciones para alcanzar velocidades superiores a los 120 km/h ponen en peligro la vida de estos jóvenes, porque las motos eléctricas no están diseñadas para correr a esas velocidades. No tienen la estabilidad ni el peso necesarios. También se han dado muchos casos de incendios y explosiones de las baterías”, aseguró a Cubanet, Fernando Guerra, un miembro activo de la Policía de Tránsito cubana.