El intelectual Pedro Armando Junco López fue expulsado de la oficialista Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) por criticar en una carta pública la gestión de Miguel Díaz-Canel, presidente designado por el general Raúl Castro, sobre todo en lo referido a las nuevas tiendas en dólares y otras divisas extranjeras que han profundizado un apartheid económico en Cuba.
“Ayer lunes 3 de agosto se presentaron en mi casa dos funcionarios de la Unión de Escritores para notificarme la separación definitiva de este organismo”, confirmó este martes en Facebook el prestigioso escritor de la provincia de Camagüey.
Las razones dadas por los enviados del régimen fue que Pedro Armando Junco ha actuado “en franca contradicción con los principios, estatutos y reglamentos de la Uneac”, pero el intelectual afirma que “esto ha sido en respuesta al atrevimiento de escribir una carta pública, mediante Facebook, al presidente Díaz-Canel”.
Como denunció Junco López, su expulsión viola el artículo 54 de la Constitución recién promulgada: “El Estado reconoce, respeta y garantiza a las personas la libertad de pensamiento, conciencia y expresión”.
“Me extrañó que demoraran tanto en violar la Constitución, pues desde el requerimiento que me hicieron a final de julio con la esperanza de obligarme a pedir perdón al estilo de Heberto Padilla hace ya casi sesenta años, los estuve esperando”, reconoció.
Mencionó que su carta fue escrita con “respetuoso cuidado” y en ella hizo una “transparente” exposición de sus argumentos, manera “con la que cualquier ciudadano de un país libre puede dirigirse a la máxima figura gubernamental”.
“Pero lo que les duele es la acogida positiva por miles de personas que dieron like, comentaron o compartieron en sus muros, haciendo suyas las dos propuestas principales de esa misiva que encierra el sentir de la mayoría del pueblo cubano: el NO a la segregación de nuestra moneda frente a las divisas extranjeras y la libertad económica de todos aquellos que producen alimentos”.
Pedro Armando Junco asegura que además de las reacciones que hicieron viral su emplazamiento al mandatario, tuvo “aprobación casi secreta de tantos amigos, conocidos, compañeros del ámbito cultural y hasta familiares y vecinos” que le hicieron llegar mensajes privados “con las palabras más halagadoras y festivas, mirando de reojo, temerosos de que 'alguien' pueda escucharles decir…”
El intelectual expresó en redes sociales que los entiende: “¡Tienen miedo! No quieren adentrarse en aguas profundas y poner en riesgo el salario que apenas les alcanza para comer o la prebenda social que algunos disfrutan. Viven ignorantes de aquel aforismo de Alejandro Jodorowsky: 'Tu miedo termina cuando tu mente se da cuenta de que es ella la que crea ese miedo'”.
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Pedro Armando Junco (1947) es un intelectual de prestigio y muy reconocido en Camagüey y el país. Ha publicado cuentos, novelas, ensayos y poesías, y por su obra ha integrado antologías en Cuba, España y Argentina. Entre los reconocimientos que ha recibido destaca el Premio Nacional “David” (1987) por su libro La furia de los vientos, en el género testimonio.
En marzo de 2014, ganó el “Premio de la Ciudad Camagüey 500” en las celebraciones por el medio milenio de Santa María del Puerto del Príncipe (actual Camagüey) con su cuaderno Crónicas de un pueblo pequeño. En enero de 2015, en la Feria Internacional del Libro de La Habana fue presentada con mucho éxito su novela Treinta y seis hombres a bordo.
ADN Cuba reproduce la carta abierta de Pedro Armando Junco –tomada de su blog personal–, que molestó al régimen al punto de expulsarlo de una organización de la que era un destacado miembro:
Domingo, 19 de julio de 2020
Señor presidente Díaz-Canel:
En su último discurso ante el Consejo de Ministros, televisado y expuesto en la Mesa Redonda, usted hace públicas las determinaciones tomadas al más alto nivel, considerando de antemano la aprobación del pueblo sin consultársele, poniendo en tela de juicio la popularidad de estas medidas.
Cierto es que los sistemas autocráticos son libres en el accionar de sus ordenanzas y que ya es costumbre atávica en los cubanos resignarse a acatar y obedecer los decretos estatales. Pero me sentí profundamente señalado cuando usted dijo –con otras palabras, desde luego, pues no tengo grabadora en mi casa– que los enemigos de la Revolución utilizan las redes sociales para mentir y confundir a la ciudadanía. Y es precisamente la palabra "enemigos" la que nos ha echado en el mismo saco a los que desean el derrocamiento del sistema que hoy nos dirige, junto a los ciudadanos cívicos que declaramos nuestra verdad y proponemos nuestras opiniones públicamente, por cualquier medio de expresión como reza en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como instituye la nueva Carta Magna cubana y, sobre todo, como el Apóstol de nuestro país nos dejó por herencia: pensar y hablar sin hipocresía y trabajar para que nuestro gobierno sea bueno cuando consideramos que nuestro gobierno se equivoca.
Es lamentable que la situación económica de mi país, que es su país, haya colapsado y los haya obligado a tomar medidas que desde hace décadas todos sabemos constituyeron errores económicos garrafales, como la penalización del USD. Y más lamentable aún que se abran tiendas especializadas solo para quienes tengan divisas extranjeras, dando una bofetada humillante a la moneda salarial de todos los cubanos y ahora, hasta al injusto CUC, ayer equivalente del dólar y hoy tan segregado como el peso cubano tradicional.
Es lamentable, señor presidente, que lleguemos a tal extremo de abyección ciudadana y que usted nos tilde de enemigos cuando nosotros somos los verdaderos amigos de la Patria. Somos los que alertamos el cierre del turismo y de las escuelas y universidades al comienzo de la pandemia –reconocido, inclusive por el Primer Ministro–. Somos los que decimos hoy que abran la economía. Si existen enemigos de la Revolución, búsquelo entre los directivos de cuellos blancos, dirigentes militantes del Partido que se prestan a las menos pensadas ilegalidades, y castíguelos. Pero deje de perseguir a los productores: permita que el pescador, pesque; que el agricultor siembre, que el ganadero críe… Pero deje al pescador que venda libremente su producto del mar, que el cosechero se las ingenie y comercialice sus siembras sin que medie el Estado, que el campesino mate su res y la venda al precio que le venga en ganas y se la compre el que pueda; porque por muy injusto que parezca, mayor injusticia es venderle al proletariado en una moneda que no circula en Cuba y a la que solo quienes tienen apoyo desde el exterior, pueden adquirirla.
Lea con detenimiento este exergo del discurso de Ignacio Agramonte en la Universidad de la Habana hace 158 años: “La administración que permite el franco desarrollo de la acción individual a la sombra de una bien entendida concentración del poder, es la más ocasionada a producir óptimos resultados, porque realiza una verdadera alianza del orden con la libertad”.
Únase a nosotros, señor Presidente. Escúchenos a todos por igual: a quienes le adulan, a quienes pretenden destruirlo y a los que nos rompemos la cabeza buscando una salida feliz a la crisis económica que nos envuelve. Y tome luego sabias decisiones. Evite el presagio del poeta:
… porque los pueblos que sufren
como la ortiga que llora
cuando de sufrir se aburren
echan veneno en las hojas.