El pintor cubano Iván Carbonell Guerra, conocido como Machuty, fue denunciado en redes por ciberacosar a la escritora santiaguera Lisbeth Lima Hechevarría.
La denuncia, replicada por la plataforma YoSíTeCreoEnCuba, fue publicada por el escritor habanero Ariel Guelmes Roblejo, amigo de la víctima.
El narrador explicitó que las víctimas de acoso están totalmente desprotegidas en Cuba y afirmó que la denuncia era su opinión personal y no la de la acosada. “Como no puedo publicarlo aquí en Cuba, por motivos que todos conocemos, por favor, difundan mi denuncia para que las víctimas del acoso, no se queden calladas ni los victimarios, impunes”.
Carbonell Machuty se acercó por Facebook a Lima Hechevarría con el “supuesto” fin de difundir su obra. Con el paso del tiempo y las negativas de la también vipresidente de la Asociación Hermanos Saíz en Santiago de Cuba el acosador comenzó asediarla por WhatsApp y a ofenderla. A raíz de este caso otras mujeres han reportado el acoso de Machuty.
“Todas estas mujeres que aparecieron, compartieron las tomas de pantalla de los celulares como pruebas físicas del acoso y humillaciones recibidas”, escribió Guelmes Roblejo.
Instituciones estatales como la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) y la propia Policía Nacional Revolucionaria (PNR) desestimaron la denuncia de Lima Hechevarría, quien se personó ante las oficinas de ambas entidades para acusar a Machuty.
Etecsa solo envío un sms al acosador “advirtiéndole que su número fue denunciado y que, si continuaba, le quitarían el servicio”, en lugar de retirar el servicio de inmediato.
La policía atendió el caso con lentitud y el instructor enviado a tomar las declaraciones revictimizó a la Lima Hechevarría haciéndole contar los sucesos varias veces.
La respuesta de la policía de Santiago de Cuba fue que “aquello no era acoso”, puesto que el acosador no había tenido contacto físico con ella.
A continuación ADN Cuba reproduce íntegramente la denuncia:
El día 7 de marzo, vísperas del día de la mujer, me llama por teléfono mi amiga y escritora Lisbeth Lima Hechevarría. Me preocupé porque normalmente nuestras comunicaciones (de la Habana a Santiago) son vía WhatsApp. Al conversar con ella, me di cuenta que tenía razón para preocuparme. Y aún no sabía cuánto.
Sucedió que fue acosada e insultada por el perfil de Iván Carbonell Guerra, alias Machuty. Este… personaje (digámosle de esta manera) se le acercó en un inicio con la excusa de que era un “artista cubano famoso” y, como Lisbeth es vice-presidenta de la AHS en Santiago de Cuba, y él quería promocionar su obra.
Mi amiga, en un primer instante dudó, ya que ella es escritora y él pintor, pero, artista al fin que es ella y al ver que tienen muchísimos amigos en común, le aceptó la solicitud de amistad en Facebook e intercambiaron números de teléfono. Algo muy común que suceda entre artistas.
Ahí comenzaron los mensajes con enlaces a artículos sobre la obra de Iván Carbonell, invitaciones reiteradas a que Lisbeth lo entrevistara y le hiciera promoción: a pesar de que ella siempre le decía que no la haría… debido a que ella es escritora y no periodista. Elementos que le fue reiterado a este personaje en varias ocasiones.
El asunto fue que, luego de disímiles e infructuosos intentos por Iván Carbonell, comenzaron, con relación al arte y a su “reconocida” figura y obra, los mensajes fueron escalando y de solicitudes artísticas, pasaron a personales y sexuales aquel día 7 de marzo. No las voy a repetir aquí, ya que me revuelve el estómago del asco, pero los printscreen los muestra de forma muy clara. Luego de que mi amiga declinara tan burdas y groseras solicitudes sexuales, este personaje, ante su gran impotencia, comenzó a ofenderla vía messenger.
Lisbeth se alteró de tal manera ante estos ataques a su persona, y al percatarse que el perfil de Iván Carbonell la había bloqueado, se dispuso a relajarse. Sin embargo, este personaje no se conformó con acosarla por Facebook y comenzó a escribirle por WhatsApp. Al ser bloqueado por esa vía, insistió por el celular, e, incluso, llamó en modo de cobro revertido (*99) para que Lisbeth no viera su nombre en el identificador.
De más está decir que esto no fue cosa de un rato. Duró días desde las primeras presiones a nivel artístico hasta el último bloqueo por WhatsApp. Tampoco es necesario que aclare que el último día, el 7 de marzo, en cada llamado y escrito, Iván Carbonell solo ofendió y humilló a mi amiga y escritora Lisbeth Lima Hechevarría.
Por eso su voz temblaba de miedo cuando me llamó.
Enseguida le dije que tenía que denunciarlo a Etecsa, Facebook y a la policía. A Facebook por el uso indebido del perfil y para que las demás amistades en común que tuvieran, supieran con qué clase de persona trataban. Así de paso, evitarles el mal rato de que le hiciera lo mismo. Ya que, en aquel entonces, pensábamos que, si le hizo eso a Lisbeth, podría hacérselo a otras personas.
La denuncia a Etecsa, por la misma razón que la de a Facebook. Y la denuncia a la policía, para sacar de la calle a un ente peligroso y abusivo.
Lisbeth dudó por un instante. Entiendo sus dudas perfectamente. Sin embargo, al ser una mujer fuerte físicamente y de carácter, se creció y venció cualquier posible temor. Sobre todo, me confiesa ella, para que no le suceda a ninguna otra. Así de grande es Lisbeth.
Enseguida yo hice la denuncia por mi perfil y ella por el suyo. Denuncia que enseguida se difundió por las redes. Centenares de personas se indignaron ante la fechoría cometida por este sujeto e interactuaron con Lisbeth, ofreciéndole su apoyo. Por si fuera poco, más de una docena de amigos en común (como ya habíamos previsto que sucedería) denunciaron su perfil y lo eliminaron de sus contactos.
Sin embargo, esto no fue lo que más nos sorprendió. Lo sorprendente fue que distinto como anticipamos, en vez de que aparecieran mujeres acosadas en el futuro, comenzaron a salir a la luz, más de una docena de mujeres que habían sido víctimas de este personaje. Todas, mujeres vinculadas al arte de alguna manera y con el mismo modus operandi. Ah: mujeres y hombres. Ya que el ciberacoso de este señor no se limitó solo a mujeres; aunque solo con ellas ofrecía sus “favores” sexuales.
Todas estas mujeres que aparecieron, compartieron las tomas de pantalla de los celulares como pruebas físicas del acoso y humillaciones recibidas.
A diferencia de la respuesta obtenida en Facebook, las denuncias en la policía y Etecsa fueron bien diferentes. En Etecsa, la propia mujer que atendió a mi amiga, en vez de compadecerse, casi que se burla de ella. Al final se compadeció de ella al verla tan afectada por este hecho. Sin embargo, no fue su primera emoción. No obstante, la mayor burla fue que, en vez de cerrarle la línea telefónica, lo que hicieron fue pasarle un sms advirtiéndole que su número fue denunciado y que, si continuaba, le quitarían el servicio. No fue algo personal de la operadora de Etecsa, es que “es lo que está establecido”. Para que a alguien le cierren su línea, lo tiene que orientar la Policía. ¿Qué es eso? ¿A qué espera Etecsa? ¿Tiene este personaje que matar o violar a alguien para que le quiten el servicio? ¿La policía tiene el control sobre las decisiones internas de Etecsa? ¿Sobre todo Etecsa? En fin…
En la policía no fue diferente. Ahí casi que se echan a reír en su cara como si eso fuera una bobería. Dos días tuvo que ir para realizar esa denuncia, más un tercero en el que fueron a su casa. Ya solo con eso podemos notar lo calmado que se lo tomaron. Por si fuera poco, le asignaron a un instructor semi analfabeto, que no sabe escribir y al que Lisbeth tuvo que dictarle toda la denuncia durante tres días, ya que siempre se equivocaba. Por si fuera poco, el hombre parecía disfrutar de aquel acto, ya que le hizo repetir a Lisbeth, decenas de veces, cada ofensa que le había hecho Iván Carbonell.
Ella le advirtió que le molestaba repetir aquellas palabras y, de todos modos, durante tres días, ella tuvo que revivir esas escenas.
Al final de todo ese trabajo, le dijeron que “aquello no era acoso”, ya que Iván Carbonell nunca la tocó físicamente. Lisbeth, sorprendida al escuchar esto, le explicó que aquello era inaudito y les preguntó si no conocían lo que era Ciberacoso. Los oficiales de la Policía de Santiago de Cuba (quizás al igual que los de cualquier provincia de nuestro país) sacaron un manual viejísimo, con páginas amarillas y polvoriento, al que se le caían las páginas (así mismo como si fuera un cliché o lugar común) y le dijeron que lo que ella había sufrido era una injuria, no un acoso. Al final, le explicaron que lo que se penaliza en Cuba es la injuria, no el acoso, la denuncia terminó siendo por Injuria y no por acoso.
Vale aclarar, que este personaje continuó insistiendo en contactar a Lisbeth todo el día 7 de marzo. Continuaba su acoso, por lo que ella temía (y yo también) que tomara represalias contra ella. No importa el hecho de que vivieran en provincias distantes. Yo sé que es posible viajar de forma interprovincial en estos días, y aún más fácil teniendo dinero. Y no solo ha intentado amedrentarla él directamente. A partir del día 7 de marzo, amistades (secuaces) de Iván Carbonell también le han escrito a Lisbeth para decirle que esto fue culpa de ella, tratar de confundirla, asustarla e insultarla como bien se muestra en las imágenes adjuntas y es prueba del acoso que ella viene sufriendo.
Sin embargo, el mayor temor mío es el daño sicológico que podía sufrir mi amiga. Que, además de ser joven y artista, es madre de un niño pequeño. Ambos podrían terminar perjudicados si este acoso continúa.
Sí: Acoso. Acoso sicológico, independientemente de que no la tocara. No es necesario. Aunque la policía no (re)conozca que es acoso, y se esfuercen en afirmar que fue solo una injuria (sobre la que no se ha tomado acción alguna hasta la fecha), déjenme dejarles claros cuáles son los conceptos de cada uno de estas acciones:
Injuria:
(del latín iniuria, "ofensa" o "agravio inferido a una persona") es toda expresión proferida o acción ejecutada en deshonra, descrédito o menosprecio de otra persona. Es considerada, en Derecho penal, un delito contra el honor o la buena fama, contemplado en la mayor parte de las legislaciones.
Acoso sicológico:
El acoso psicológico o acoso moral es, según el Diccionario de la lengua española, el «trato vejatorio y descalificador hacia una persona, con el fin de desestabilizarla psíquicamente». El acoso psicológico atenta contra la dignidad e integridad moral de la persona. Se denomina también acoso psicológico porque siempre conlleva maltrato psicológico y abuso emocional. Es un proceso donde la persona, siendo sometida progresivamente a la incertidumbre y a la impotencia, va perdiendo su autoestima y la seguridad en sí misma. No es plenamente consciente de que está siendo humillada y de que se están vulnerando sus derechos más fundamentales. El acoso psicológico continuado puede ocasionar el suicidio de la víctima.
Ciberacoso:
El ciberacoso (derivado del término en inglés cyberbullying) acoso virtual o acoso cibernético, es el uso de medios de comunicación digitales para acosar a un individuo o grupo de individuos, mediante ataques personales, divulgación de información confidencial o falsa entre otros medios. Puede constituir un delito penal. El ciberacoso implica un daño recurrente y repetitivo infligido a través de los medios electrónicos. Según Ronald. B. Standler, en su libro Computer Crime, el acoso pretende causar angustia emocional, preocupación, y no tiene propósito legítimo para la elección de comunicaciones.
Después de esto, creo que está claro que la injuria forma parte del acoso sicológico y del ciberacoso.
Al inicio pensé que la policía había obrado mal (aún lo sigo pensando) y me enfadé muchísimo. Aún sigo enfadado, pero debido a que ellos obraron como lo tienen establecido desde épocas en que en Cuba no existía ni la internet ni las redes sociales y se vivía en una sociedad aún más patriarcal y machista que la actual.
Actuaron como lo tienen establecido, como máquinas incapaces de compadecerse con una joven asustada, y no tomaron otra medida que la redactada en un manual de más de cuarenta años. O sea, todos los cubanos hoy en día, estamos desprotegidos totalmente contra el acoso. Y esto no es una noticia nueva. Ya lo había dejado claro la periodista
Liudmila Peña Herrera en su artículo: Ciberacoso: Asechanzas en internet, ¿también en Cuba? (http://www.juventudrebelde.cu/.../asechanzas-sin-rostro) Sí, Liudmila, también en Cuba como dejaste claro en tu artículo y está clarísimo en lo que le sucedió a Lisbeth y a otra docena de mujeres a manos de Iván Carbonell.
Todo esto deja bien claro que, en nuestro país, al que yo tenía como un país adelantado en el tema de género; un país donde la mujer tiene los mismos derechos que los hombres y se les defiende a capa y espada; un país donde las leyes nos protegen; un país donde puedes tender la mano y siempre habrá un cubano que te ayude; pues todo eso es una ilusión.
Sí, hay de todo esto en Cuba, lo sé. Se ha avanzado, lo sé también.
Pero nos falta muchísimo y no es culpa del bloqueo. Nuestros Ministros y cuadros como los de Cultura, en este caso en particular, deberían dejar de pensar en las consecuencias políticas de la denuncia de Lisbeth y pensar más en las consecuencias sicológicas que podría sufrir. Brindarle más ayuda y apoyo que solo sus palabras. No deberían pedirle que dejara de publicar estas denuncias en su perfil personal de Facebook. No. Ellos deberían incitarla a continuar denunciando, incluso, compartir su post en los suyos propios. Ir a la policía. Utilizar su poder y su influencia para otra cosa que no sea mandar a callar a Lisbeth, como si en vez de víctima, ella fuera la victimaria.
Vaya, demostrar que les importa y se preocupan de verdad.
Desde antes del artículo de Liudmila Peña Herrera se viene hablando del Ciberacoso. Sin embargo, todo queda en bla bla bla y nada en concreto. No se ha avanzado nada desde antes del 2019 en adelante, excepto algunas campañas publicitarias que decían: el acoso atrasa. Pues, nos hemos atrasado y mucho, ya que cualquier persona en Cuba, que acose, saldrá impune. Cualquier acosado, estará a su suerte. Nadie lo defenderá a no ser sus amistades o él mismo.
¿Qué hay que esperar? ¿Cuántas personas más tienen que sufrir el acoso y ciberacoso para que se penalice por la ley? ¿Cuántas personas tienen que morir o terminar traumatizadas por este personaje Iván Carbonell para que se haga algo al respecto? Entre todos, exijamos una ley contra el acoso.