El transporte público en Cuba es uno de los rostros más visibles de la aguda crisis socioeconómica por la que atraviesa el país. A diario son innumerables las penurias que pasa el cubano de a pie para trasladarse de un lugar a otro. Desde horas esperando un ómnibus atestado que potencialmente se llevará la parada hasta las “majaderías” de algunos de los taxistas y conductores de otras opciones, transportarse a diario en la isla es un verdadero dolor de cabeza.
Más aún en las zonas rurales, descuidadas respecto a las urbanas incluso en el discurso de muchos medios alternativos que hoy se erigen como opción informativa al manido discurso oficial.
Un reciente reportaje de Cubanet da cuenta de las vicisitudes y penurias que pasan cotidianamente los habitantes de la localidad de Simpatía, Cienfuegos, con el transporte. Todos los entrevistados sostienen que si en ese poblado hay un enfermo, lo más probable es que se muera, porque no hay como acudir rápidamente a los centros de atención médica.
Humberto Máximo Morejón, un enfermo de cáncer, refiere que la guagua no entra y no tiene horario. Según afirma, tenía un turno médico y la guagua que debía entrar a las seis de la mañana no lo hizo sino hasta las 10.
“Como en la mayoría de las localidades el transporte está malo por el problema del combustible”, argumenta Mercedes Cabrera, pero lo denunciado por otros testimoniantes sugiere que la realidad del pueblo va más allá de una simple “coyuntura”.
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Juana García asegura que la guagua que debe entrar a la una de la tarde casi nunca entra. “Si no hay combustible, está rota, el caso es que casi nunca entra. Debe entrar a las 07:30 y la 13:00, pero casi nunca entra”.
“Nos las arreglamos con quitrines, coches y así. La guagua de la refinería cuando puede recoge, así como carros que van a trabajar para Cienfuegos”, agrega.
“A veces viene por la mañana, pero por la tarde no está viniendo”, detalla a su vez Noelia Pedraza, para luego espetar que “estamos aquí botados, no nos mira nadie. Nadie nos atiende”.
Antes no era tan tétrico el panorama en Simpatía. Rodobaldo Sainz recuerda que siempre se quedaba un tractor como si fuera una ambulancia. “Había cinco tractores y uno siempre se quedaba de guardia. Ahora no tenemos nada de eso. La ambulancia es la que debe entrar a buscar enfermos de urgencia y a veces no hacen caso y no viene. Tiene que ser algo más grande”, refiere, para demostrar que un enfermo en Simpatía puede morir por culpa de la falta de transporte.