Gabriela Zequeira Hernández, una de los menores de 18 años juzgados por el régimen por manifestarse en las protestas antigubernamentales del 11 de julio de 2021 (11J), fue amenazada recientemente por elementos represivos con regresar a prisión si salía a las calles en el aniversario de las protestas.
Al acudir a la oficina del jefe de Sector de la policía de su zona para responder a una citación en la Calzada de Güines, en el municipio habanero de San Miguel del Padrón, la joven fue obligada a firmar un documento redactado con antelación, en el que se comprometía a no manifestarse el venidero lunes 11 de julio y a “estar tranquila” en su casa.
“Me dijeron que si salía ese día iba de nuevo para adentro (para la prisión)”, dijo Zequeira Hernández al medio Cubanet, a la vez que detalló que en el escrito, al cual se refirió como “un acta de advertencia”, ya no figuraba su causa como “desórdenes públicos” sino como “contrarrevolución”, una presunta figura delictiva que no aparece en el nuevo Código Penal.
La joven fue condenada a ocho meses de privación de libertad el 22 de julio del pasado año, en un juicio sumario realizado en el Tribunal Municipal de Diez de Octubre que fue criticado por activistas, organizaciones y miembros de la sociedad civil independiente.
La modalidad de la pena fue de trabajo correccional sin internamiento, equivalente a la reclusión domiciliaria, llamada popularmente “de la casa al trabajo”.
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“Yo terminé en el mes de mayo mi condena. Sin embargo, ellos me dijeron allí que hasta que no pasen estos días no ha terminado, que tiene que pasar el 11 de julio para que no me vayan a visitar más”, expresó la joven al referido medio.
Cuando fue juzgada, Zequeira Hernández tenía 17 años, menos de los 18 para ser considerada mayor de edad, pero más de los 16 años en los que las leyes cubanas fijan la responsabilidad penal.
En el momento de su detención y encierro cobró notoriedad mediática su denuncia de que en la Unidad de 100 y Aldabó de la policía del régimen había sido obligada a desvestirse e introducirse un dedo en su vagina, además de ser amenazada con eventuales violaciones sexuales.
