El regalo del maestro

El día del maestro se celebra en Cuba el 22 de diciembre. Los padres de menores recursos se esfuerzan y de sus exiguos capitales sacan para el regalo
Estudiantes en un aula de primaria de La Habana
 

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Son nuestros segundos padres. Lidian con nuestra niñez y por muchos años fueron olvidados en cuanto a salario; ahora ganan más, pero aún no se paga como se debe la educación de un buen maestro.

El día del maestro se celebra en Cuba el 22 de diciembre. Los padres de menores recursos se esfuerzan y de sus exiguos capitales sacan para el regalo. “Es que el día del maestro se ha metalizado”, dice una madre de Siboney, aunque es un barrio de clase alta, vive en un garaje adaptado a vivienda, con un jardín donde tiende la ropa.

“Tengo dos niñas, son seis maestros, además, la profesora de computación y el de educación física. Hay que abonar también para la valija del comedor, en fin, sumas y te da una parálisis, por lo menos a mí y a su padre, que andamos contando los quilos”.

Lucia Brito, cajera de gastronomía y madre de un niño de tercer grado, dice que encontró perfumes en el mercado Flores a 2.85 CUC, y lo va a acompañar con un jabón, ese es el regalo.

“Todos iguales, sin distinción”, dice Lucia. Se queja de que ese día existe una rivalidad encubierta entre las madres, a ver quién lleva el regalo mejor. Quien tiene más dinero, triunfa, tal vez buscando asegurar las notas de sus hijos.

Maritza, una vieja maestra retirada que aún repasa a los niños de su cuadra, recuerda los tiempos en que los maestros nada exigían y se conformaban con un brindis el 22 de diciembre y la lectura de un comunicado.

“Estuve 45 años en educación y los mejores recuerdos que guardo de mis alumnos no son materiales: son cartas y poemas, donde expresaban cuánto habían aprendido con mi esfuerzo. Hoy, ningún alumno se digna a escribir ni siquiera una postal donde expresen un sentimiento. Sus padres se encargan de eso, lo que sea, para salir del paso”.

Otra madre de dos hijas, que fue maestra emergente por poco tiempo, dice que tiene experiencia de cuando fue maestra.

“No hay que romperse la cabeza, un blúmer y un jabón todas las maestras lo agradecen, multiplica eso por 30 niños. En ese día predomina el perfume como regalo común y los jabones, pero un blúmer es un regalo efectivo”.

Muchos niños a lo largo del país tal vez no puedan asistir a la fiesta ese día, por no tener el regalo, pero es sin dudas una fiesta masiva en las escuelas, con muchos regalos y brindis por el fin del primer semestre y el descanso hasta el próximo año. 

“Aunque el mayor regalo para mí es que sea un buen estudiante”, dice Blanquita, maestra en su último año antes del retiro. “El regalo material no importa, el buen maestro agradece cuando su semilla fructifica. Aunque los tiempos cambian y el sentimiento ha empezado a quedarse en segundo plano”.

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