Fernando Rojas alardea en Twitter a costa de Alex Otaola

El viceministro, quien ya se ha hecho famoso por querer batirse a puñetazos con todo el mundo en Twitter, la emprendió ahora contra el youtuber Alexe Otaola
Rojas y Otaola
 

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El viceministro de Cultura, Fernando Rojas, no se cansa de hacer el ridículo en Twitter. Lleva una racha digna de antología, que provoca la risa de todos los cibernautas y, a veces, declaraciones de piadosa conmiseración. Así de triste es el asunto.

Ahora Rojas la emprendió contra Alex Otaola, la voz más famosa del exilio cubano en Florida, quien no se cansa de fustigar al régimen con su lengua, que más que lengua parece látigo. “Dile a Otaola que venga”, declaró en la red social, ante las declaraciones de muchos concurrentes al muro del viceministro, quienes disfrutan sacándolo de sus casillas.

“Lo espero por aquí”, concluyó Rojas, y ya más nadie contestó. ¿Responderá Otaola a esta provocación?


Hace cinco días este funcionario ya entrado en años, perpetuo segundón en un ministerio al que debió encabezar hace mucho pero que nunca se lo han permitido, lanzó otra de las suyas contra el grupo Clandestinos. “La Habana entera sabe que me muevo a pie y me cito en los parques. Te espero, ‘clandestino’, junto al ‘busto’ que digas”.

“Uds no quieren debate serio... nos vemos en unos días si aparecen otros 'clandestinos'", concluyó el viceministro, mientras el usuario Clandestino-Camagüey ripostó: "El Fernando no se tomó la pastilla hoy. ¿No hay terapia en Cultura?”.


Meses atrás, el funcionario cubano se citó en un parque de La Habana con otro tuitero para una supuesta pelea a golpes, que nunca tuvo lugar. Una foto de Rojas esperando a su contrincante virtual fue objeto de numerosas burlas en redes sociales.

“Te estoy retando, cobarde anónimo. Da la cara”, así escribió el funcionario a un tal “Arapet”, que nadie supo si es una persona real o un bromista con la envidiable capacidad de sacar de quicio a este dignísimo burócrata.

Lo cierto es que Rojas asistió al lugar del gallardo encuentro en que se batiría a puños con el otro caballero, y tras esperarlo por 15 minutos regresó con el rabo entre las piernas, como se dice coloquialmente, y quién sabe si con los puños calientes, sin poder darle su merecido al “cobarde anónimo”.

 

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