Holguín de cumpleaños, problemas con la casa

El gobierno provincial maquilla Holquín para el festejo de sus tres siglos de existencia. Presume logros y mejoras, aunque lo cierto es que muchos vienen por la iniciativa particular en materia de vivienda y lo retocado parece ser sólo con el objetivo de llenar los ojos de los turistas y no del pueblo
El boulevard está siendo retocado, aun cuando otras cosas demandan más atención
 

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Holguín estará celebrando sus 300 aniversarios el próximo 4 de abril.

El gobierno provincial, encabezado por el nuevo “Señor Gobernador” Julio Cesar Estupiñán, al que ningún ciudadano eligiera, se enfrasca, entre otras actividades, en la remodelación, mantenimiento y reparación del casco histórico de una ciudad que adolece, como todas las de Cuba, de una profunda crisis habitacional.

Por todas partes se pueden encontrar obreros de brigadas, tanto estatales como del sector privado, laborando en obras de albañilería, pintura y otras disciplinas constructivas.

Se reparan aceras y fachadas y se renueva, sin una tan necesaria urgencia, otro tramo del boulevard.

Hasta el otrora olvidado pabellón Armando Mestre hoy muestra signos de rehabilitación. Multitud de trabajadores deben tener listo un complejo recreativo para ser entregado el día del onomástico de la urbe.

Todo esto, a simple vista, parece algo digno de elogiar. Sin embargo, tanta buena intención no escapa de empedrar el camino al infierno. Estas faenas de reparación solo comprenden aquellos lugares que se encuentran a la vista de visitantes foráneos que no se aventuran por las calles de una ciudad cada vez más envejecida.

Los suburbios, aquellos distritos olvidados donde viven los humildes, siguen intactos, sin asfalto en las calles, ni acueducto ni alcantarillados, y batallando con la acumulación de desechos y vectores activos, espacios donde proliferan enfermedades ya endémicas y cada vez menos mencionadas, como si de esta forma se acabaran para siempre.

Mientras estos señores lapidan el erario público en acciones de marcado interés político y económico, donde es muy seguro que alguna buena tajada caiga en bolsillos propios, una gran cantidad de personas continúan viviendo en estado deplorable.

Aunque la provincia se ha propuesto para el presente año la construcción de unas cinco mil viviendas, parece poco creíble que se pueda cumplir debido a la ostensible falta de liquidez que padece el estado, sobre todo cuando de resolver problemas para el pueblo se trata.

A día de hoy Holguín ocupa el segundo lugar en déficit habitacional del país, superado solo por La Habana. Según señaló un documento del Ministerio de la Construcción (MICONS), publicado en diciembre de 2018, sobre la política de vivienda en la isla, en la provincia faltan 115 mil 965 viviendas.

Es muy posible que a la fecha estos números hayan variado positivamente. Sin embargo, ningún medio de prensa ha hecho referencia a una disminución importante en la necesidad de viviendas dignas.

Ello, a pesar de las declaraciones para la ACN del subdirector del Departamento técnico de la Dirección Provincial de Vivienda, José Luis Pintado, donde afirma que: “Los municipios de mayor incidencia en la edificación de hogares corresponden a Holguín, Mayarí, Rafael Freyre y Moa, a la vez que se priorizarán las acciones para erradicar los pisos de tierra en las viviendas habitadas actualmente”. A ojos del ciudadano común, no está en marcha semejante acometida por el esfuerzo netamente oficial.

Al menos en el municipio cabecera solo puede comprobarse que las viviendas en construcción son aquellas cuyos propietarios acometen las acciones por esfuerzo propio.

Pero no asombra a nadie que la demagogia comunista se atribuya méritos que no le pertenecen, incluyendo estas construcciones en los planes anuales, aunque de la parte estatal solo vengan trabas y dificultades.

Estos valientes necesitados se ven en la obligación de adquirir los escasos materiales a precios inflados por los revendedores, quienes compran todo en los puntos estatales, cuando llega algo, ya que tampoco existe un surtido constate, o comprárselos a los “luchadores” que se los roban a pie de obra.

Deben sortear la marea de inspectores que los acosan y multan, amenazan o simplemente detienen una obra por cualquier razón; además de “tocar” a todo el mundo en las oficinas de la vivienda para poder resolver permisos y otros documentos necesarios.

Por si fuera poco, ahora se pretende que la compra de estos materiales se realice sólo mediante tarjetas magnéticas, medida que debe comenzar a aplicarse a partir del mes de mayo, con la intención de dar al traste con el negocio de los abusadores y sus secuaces que administran los puntos de venta.

Según el periódico oficialista Granma, el Ministerio de Comercio Interior (Mincin) permitirá de manera excepcional el empleo de otros medios autorizados por el Banco Central de Cuba a “los beneficiados ante la ocurrencia de eventos meteorológicos por el periodo que se determine; y los subsidiados y beneficiados con créditos bancarios aprobados desde el 2012 al 2019”.

Cabe preguntar qué pasará con aquellos que por una u otra razón no pudieran obtener la tarjeta magnética y no cuenten con subsidios ni estén bajo el muy discutible beneficio de haber sido afectado por algún desastre.

¿Tendrán que seguir recurriendo a los bandidos para poder construir sus viviendas sin ningún apoyo del “dinerito público” mientras éste se emplea en maquillar a una anciana que pronto cumplirá sus tres siglos de vida y que no ha fallecido por puro esfuerzo de quienes la habitamos?

De esta forma, la crisis habitacional continúa al tiempo que invierten el dinero solo en aquello que puede darles cuantiosas ganancias o les sirve para apuntalar su politiquería habitual. Mientras tanto, al pueblo, solo Dios lo ayuda.

 

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