Leo Arteaga salió a comprar culeros desechables para su madre y, como millones de cubanos, se tropezó con una cola, el sufrimiento obligado para los que desean entrar en cualquier establecimiento comercial.
Cansado de hacer fila y de seguro estresado por sus problemas personales, se hizo a un lado para fumar un cigarrillo; cuál no fue su sorpresa al ver que, de pronto, llega un oficial de policía y le pone una multa por fumar y haberse quitado la mascarilla.
Cuenta Arteaga que el teniente disfrutó ponerle la multa por 150 pesos, pero lo mejor vino después: el agente se retiró y para su total asombro, no lejos de donde estaba, también él se quitó la mascarilla y comenzó a fumar.
“¿Díganme ustedes qué tengo que hacer?”, comentó el cubano en Facebook, medio asombrado aún, por lo que evidentemente es una falta de profesionalidad y de respeto.
El uso de las mascarillas, llamadas nasobucos por la mayoría de los cubanos, es obligatorio cuando se está en la vía pública, como medida de prevención de eventuales contagios de COVID-19.
Las denuncias de multas exageradas o fuera de lugar en redes sociales han sido tantas, que no alcanzaría el espacio para mencionarlas todas. Muchos cubanos señalan que los agentes del orden se aprovechan para sacarle dinero a los ciudadanos de esta forma.
El 25 de junio, el usuario de Facebook Maikel Pompa, residente en Louisville, Kentucky, según su perfil, denunció que en la isla su madre fue multada por la policía con 100 pesos cubanos (unos cuatro dólares) por rascarse la nariz, nada más y nada menos.
En Guantánamo hace casi dos meses no se reportan nuevos casos de COVID-19. No obstante, a pesar de la favorable situación sanitaria en el enfrentamiento al nuevo coronavirus, según datos de la Fiscalía de la provincia, se han procesado 192 personas por incurrir en transgresiones relacionadas con la propagación de epidemia y otras conductas delictivas asociadas.
El 17 de abril la activista cubana Oylin Hernández Rodríguez denunció en Facebook que el régimen cubano había multado a la madre de dos niños en Caimito, provincia de Artemisa, solo "por bajarse el nasobuco para tomarse un helado después de varias horas en una interminable cola".
La mujer formaba parte de una larga fila para "comprar alimentos y así poder tener algo con que sustentar a sus hijos" en medio de la crisis generada por el nuevo coronavirus, detalló Hernández Rodríguez.