La antigua fábrica de cocinas “Estrella Roja”, situada en el barrio habanero Sevillano, estaba vacía y abandonada cuando pasó el tornado de 2019, que dejó sin vivienda a muchas familias. El estado preparó la fábrica como un complejo de viviendas para damnificados, que se quejan de la mala terminación que tuvo la obra.
“Este fue el único edificio que Díaz Canel no inauguró, porque si viene aquí hay por lo menos 20 presos”, expresa Vilma Carrasco, una vecina de “Estrella Roja” que dice que la construcción es un desastre. “No culpo a Díaz Canel, que tal vez tenga buenas intenciones, fueron los constructores que se lo llevaron todo”.
Vilma enumera los problemas de habitabilidad, que van creciendo a medida que entrevistamos al resto de los inquilinos, en la absoluta mayoría madres, con hijos pequeños, algunos enfermos, y una embarazada a la que amenazan con desalojarla porque se metió a la fuerza en un apartamento vacío.
“No tenemos propiedad de la vivienda”, relata Vilma. “Dicen que nos la entregarán dentro de un año, y muchos trámites dependen de la propiedad, como por ejemplo el reloj contador de la electricidad, que nadie sabe aquí cual es el suyo. Todas las tuberías de agua se salen. Hay filtraciones del techo. No tenemos colchones, ni muebles, dormimos en el piso, con riesgo que los niños se nos enfermen”.
“Estrella Roja” es una construcción extraña que asemeja un bunker sin ventanas, ahora lleno de cubículos donde habitan familias con cientos de problemas existenciales, uno grave es el de las ocho mujeres con niños que andaban deambulando por la calle y se colaron en apartamentos vacíos.
“Estoy embarazada y tengo dos niños pequeños, no tenía donde vivir y me colé en este apartamento, que tiene millones de problemas, pero al final es un techo”, dice Naomi Jaquel López Sumaquera, que ha sido amenazada de desalojo. “Aquí vino la gente de vivienda con la policía, a sacarme, pero no pudieron porque estaba embarazada. A otras mujeres con niños las han sacado, pero se colaron nuevamente y dicen que de ahí nadie las saca”.
Otra madre colada en un apartamento es Elizabet Camejo Soroa, que dice vivir con miedo a que vengan y la saquen para la calle.
“Aquí vino Reglita, funcionaria de vivienda municipal, y nos amenazó que iban a traer al DTI, a Enfrentamiento, a la policía y a los Boinas Negras, para sacarnos. Todas las familias que viven en “Estrella Roja” somos mujeres solas con sus hijos, que no tenemos donde vivir y nos hemos colados en los apartamentos por necesidad. En mi caso, porque mi madre murió después de 28 años trabajando en una microbrigada para ganarse una vivienda y nunca se la dieron. Cuando fui a buscar su expediente me dijeron que se había perdido, que debía continuar viviendo en el albergue y abrir un expediente nuevo. ¡Te imaginas! 28 años más esperando que me den una vivienda.
Uno de los casos más sobrecogedores es el de Yesleidys Pérez Hernández, madre de seis hijos, que fue desalojada recientemente y sus pertenencias arrojadas a la calle.
“Delante de mis seis hijos, que lloraban al ver aquello y no les importó. Me colé de nuevo, de aquí no hay quien me saque. No tengo donde vivir y no puedo trabajar, por mis enfermedades. Ojalá se aconsejen y nos dejen tranquilas”.
Gretel de la Caridad Céspedes, madre de un pequeño de tres años, estuvo viviendo en una bodega hasta que la gente de comercio Interior la sacó con la policía. Se coló en “Estrella Roja”, implora al estado que se conduela con ella y su hijo, y que le den la vivienda que ha ocupado ilegalmente.
“El apartamento está mal hecho y hay inundación permanente en el baño, los albañiles se llevaron las pilas, además del cemento, las paredes son de arena, si intentas clavar un clavo para colgar un cuadro se cae el pedazo, también hay problemas en el techo, las tejas están despegadas y cuando llueve esto se vuelve un rio porque no hay drenaje. Pese a eso, es mejor que la bodega”.
Daniela Belkis Hernández Daymar, madre de dos niños y también colada en “Estrella Roja”, ruega también la piedad del estado para que las dejen allí. Igual se queja de la construcción y del techo, de las tuberías rotas, la falta de ventilación, de iluminación y desagüe, “pero es mil veces mejor que estar en la calle”, enfatiza.
Otra colada, Isachi Gómez García, madre de tres niños, vivía acogida en una logia hasta que decidió agenciarse por cuenta propia una vivienda.
“Somos mujeres abandonadas por sus maridos, por sus padres, por sus hermanos, que andamos a rastro con nuestros hijos sin tener donde vivir. Si dimos este paso tan grande es porque necesitamos un lugar donde educar a nuestros hijos, para que no pasen lo que sufrimos nosotras. Ojalá el estado se conmueva y nos ayude a vivir en paz”.