El cubanoamericano César Humberto Odio, una importante figura del exilio cubano en Miami y administrador de la ciudad en momentos cruciales, murió en las primeras horas de este sábado 17 de octubre en su casa de Key Biscayne, a la edad de 84 años.
Víctima de un agresivo cáncer, Odio es querido y recordado por su rol como asistente del administrador de la ciudad floridana durante el éxodo del Mariel, así como por su labor como administrador entre 1985 y 1996.
Tenía un tumor raro y agresivo, un carcinoma neuroendocrino, “que se descubrió solo hace tres semanas”, dijo su hijo Carlos, citado por El Nuevo Herald.
Nacido en La Habana el 30 de enero de 1936, Odio se exilió dos veces en Miami. La primera, en la década de los años 50 del pasado siglo, cuando luchó contra la dictadura de Fulgencio Batista junto a sus padres, y la segunda en 1960, cuando tuvo que dejar de dirigir una compañía subsidiaria del negocio de camiones de su padre en la isla y huir porque sus dos progenitores fueron condenados a 10 años de prisión por conspirar contra Fidel Castro.
“Odio no tardó mucho en empezar a trabajar en Maule Industries, una compañía de cemento que dirigía un amigo que había conocido en su primer exilio: el difunto Maurice Ferré, que dejaría su propia huella en la historia política de Miami como el primer alcalde puertorriqueño”, recordó el referido medio local miamense en su artículo sobre el fallecimiento del ilustre cubano.
“César fue una pieza clave en varios capítulos de la historia del exilio cubano y de Miami”, dijo la familia en un obituario que preparó. “Maurice Ferré ha sido llamado el ‘padre del Miami moderno’. César fue más parecido a un entrenador, enfocado en el personal y la preparación, y ver a su equipo sobrevivir tanto victorias como derrotas”, agregó.
Parte importante del legado de Odio como funcionario público en la administración de Miami es su obrar frente al éxodo del Mariel, en 1980. Según dijo a la televisora Telemundo en una entrevista en abril, Dios le dio la oportunidad de poder ayudar a sus hermanos y así buscó hacerlo siempre.
Gracias a sus gestiones, unos 4 000 cubanos que habían llegado al sur estadounidense en diferentes tipos de embarcaciones vivieron por 67 días en la llamada Ciudad de las Carpas, un área debajo de la autopista I-95, en el centro de Miami, que se habilitó para acogerlos hasta que pudiesen regularizar su situación migratoria e insertarse en las dinámicas socioeconómicas del país que los recibió.
“Para mí nunca fue una carga”, dijo Odio a Telemundo sobre todo lo que hizo por los ‘marielitos’, aunque su historial de ayuda y vocación de servicio para con los cubanos residentes en Miami y toda la ciudad en general trasciende un episodio aislado.
Dignas de celebración son también sus acciones en favor de inmigrantes de otras nacionalidades en sus años como administrador de la ciudad, y para la recuperación de los desastres provocados por el huracán Andrew, en agosto de 1992.