Bajo lluvia o sol, hambre y sed, más de 500 nicaragüenses, que regresan desempleados de Costa Rica y Panamá, permanecen varados desde hace cinco días en Peñas Blancas, frontera entre Nicaragua y Costa Rica, esperando que el régimen de Daniel Ortega les permita ingresar al país.
La condición impuesta por las autoridades de la Dirección de Migración y Extranjería de Nicaragua es que traigan consigo un certificado negativo de COVID-19. Sin embargo, los nicaragüenses ya cruzaron desde Costa Rica y no pueden volver al vecino país, ni tampoco en Nicaragua les dicen cómo se pueden hacer la prueba, por lo que están desesperados.
La única oferta que ha hecho el Ministerio de Salud de Nicaragua es una prueba para quienes necesitan viajar al extranjero, pagando un costo de 150 dólares. Sin embargo, para realizarse esta prueba deben presentarse en un centro especial a 135 kilómetros de Peñas Blancas.
Yader Valdivia, un defensor de derechos humanos que está en la zona, comentó a medios locales que la situación en la que se encuentran los nicaragüenses es “inhumana”, pues tienen que hacer sus necesidades fisiológicas en un solo sanitario, además, no han podido bañarse ni dormir y han pasado sed y hambre.
Una de las nicas a las que les ha tocado vivir el bloqueo que mantiene el régimen de Ortega en la frontera de Peñas Blancas, es Carolina Murillo, de 23 años, oriunda de Managua. La mujer tiene cuatro días de estar en Peñas Blancas, luego de decidir que volvería al país para ver a su hijo, pues se quedó sin empleo en Costa Rica.
“Tenía siete meses de estar en Costa Rica, llegué como turista al país por tres meses y nos dieron prórroga para quedarnos, y por la misma situación de la pandemia ya me regresé. Voy sola, tomé un bus que me trajo hasta Peñas Blancas el lunes 20 de julio”, detalla.
“La mayoría de nicaragüenses está como yo: son personas que perdieron su trabajo, hay algunos refugiados. Hay como diez niños y bebés. Un niño se enfermó y lo dejaron pasar junto a sus mamás, también han dejado pasar a algunas señoras ancianas. Los dejan pasar escondidos si están enfermos”, afirma.
Otro de los varados explicó que les han cortado la electricidad, para evitar que denuncien, que carguen sus celulares y publiquen videos o fotos de la situación que se vive desde la línea fronteriza. El 22 de junio los varados cerraron la frontera de Nicaragua con Costa Rica como protesta.
Mientras tanto, Nicaragua sigue sin emitir un pronunciamiento oficial. Docenas de furgones de distintas partes de Centroamérica han quedado estacionados a lo largo de las carreteras de ambos lados de las fronteras a la espera de poder seguir su travesía.