Al más puro estilo de los hutus en Ruanda contra los tutsis en uno de los genocidios más impactantes y lamentables de la historia contemporánea, los pregoneros del castrismo en Cuba hacen uso de sus principales órganos de propaganda, pretendidos medios de comunicación pública, para incitar a sus seguidores a la violencia contra aquellos que hoy reclaman una Cuba diversa, democrática y plural, donde se respeten las libertades y derechos individuales que el régimen imperante ha cercenado por más de seis décadas con el pretexto de defender ideales “superiores”.
La campaña difamatoria sostenida durante los últimos días desde el oficialismo contra miembros y simpatizantes del Movimiento San Isidro (MSI) y el grupo de artistas y activistas que se manifestaron el 27 de noviembre frente a la sede del Ministerio de Cultura (Mincult) escaló este 7 de diciembre a un explícito escenario de discursos de odio con la publicación por el portal Cubadebate de una frase que incita a luchar, armas mediante, contra aquellos que discuten la naturaleza, legitimidad y procederes del sistema político de la isla.
“Como diría el Titán de Bronce: ‘Machete, machete que son poquitos’”, posteó el referido medio en sus perfiles de las redes sociales Facebook y Twitter, seguidos por obligación por muchos cubanos vinculados al régimen y sus instituciones.
La frase estuvo acompañada de una foto del monumento a Antonio Maceo creado por Alberto Lescay para erguirse en la plaza de Santiago de Cuba que lleva el nombre del ilustre prócer independentista cubano, e ilustra a la perfección la manera predilecta de los “revolucionarios” cubanos de lidiar con aquellos que les resultan incómodos o atrevidos por cuestionar al régimen y abogar por el reconocimiento y respeto del pluralismo político e ideológico.
Fue tan explícita e indignante la incitación a la violencia del mensaje que centenares de usuarios reaccionaron negativamente en las redes y criticaron al medio oficialista por su publicación.
“Y para esto utilizan los medios oficiales. Para incitar a la violencia, al odio. ¿Cuál es la idea de Cubadebate? ¿Un genocidio? ¿Una matanza contra quien disiente?”, cuestionó en Twitter la joven periodista cubana Claudia Padrón Cueto, mientras que el usuario de Facebook identificado como Ronald Vill calificó la publicación de “idiotez extrema”.
“¿Cómo un medio de prensa oficial y ampliamente seguido incita a la violencia tan descaradamente? Solo este post es extremadamente violento y desnuda la penosa manera de sentir de una parte de los cubanos! Dan pena y asco!!”, acusó Vill, quien se identifica como artista y autónomo.
La popular actriz Ketty de la Iglesia también se pronunció sobre la publicación y calificó a Cubadebate de irresponsabilidad. Según manifestó en su perfil en Facebook, el mensaje le producía “vergüenza y horror”.
Ante tales reacciones racionales de rechazo por tratarse de un evidente discurso de odio que incita a violentar a aquellos que se niegan a acatar los dictados del totalitarismo y siguen creyendo en la posibilidad de una Cuba plural y democrática, con todos y para el bien de todos, como soñó José Martí, el portal oficialista eliminó las publicaciones originales en Facebook y Twitter y las sustituyó por otras que mantienen la misma foto de la escultura, pero con otro mensaje.
“El Titán de Bronce nos guía en los combates de la Revolucion” (sic), dicen las publicaciones en ambas redes sociales ahora. Quizás con las prisas por enmendar la causa de la polémica suscitada el nuevo mensaje no acentúa el sustantivo con el que el totalitarismo cubano gusta de definirse pese a que es profundamente conservador desde hace más de cuatro décadas, aunque ello también puede ser un síntoma de que la pretendida “revolución”, a todas luces, pierde fuerza y ya ni su acento ortográfico le resulta coherente.
La incitación a repartir machetazos a activistas, opositores y libre pensantes incómodos pudiera resultar para algunos una interpretación extrema de la frase de Maceo. Sin embargo, casos como el de Sirley Ávila exponen cuán real puede llegar a ser.
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Ávila vive como refugiada política en Estados Unidos luego de sufrir agresiones en Cuba, específicamente machetazos, a manos de agentes del régimen creado por los hermanos Castro. Según ha narrado, “aunque inicialmente apoyó el comunismo” [en Cuba], “se dio cuenta de la corrupción y la brutalidad del sistema y, cuando lo hizo, comenzó a ser perseguida”.
La opositora cubana fue delegada de una Asamblea Municipal del Poder Popular en Cuba entre 2005 y 2012. “El régimen de Castro la sacó de su puesto porque había luchado por reabrir una escuela en su distrito, pero los canales oficiales la habían ignorado y se había comunicado con los medios internacionales”, cuenta una reseña publicada en el sitio web de la ONG Center for a Free Cuba.
Su hijo, con una carrera de 18 años en el ejército cubano, “fue expulsado cuando se negó a declarar loca a su madre y hacerla ingresar a un centro psiquiátrico”, agrega.
Sirley Ávila se unió entonces a la oposición y la represión contra ella aumentó. “El 24 de mayo de 2015 fue víctima de un brutal ataque con machete (…) que provocó la pérdida de su mano izquierda”, así como cortes en la parte superior derecha del brazo y las rodillas que la dejaron lisiada. “Después del ataque no recibió atención médica adecuada y los médicos en Cuba le dijeron en voz baja que si quería mejorar, tendría que abandonar el país”, señala la ONG.
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Con antecedentes como el de Ávila no es descabellado pensar que varios pretendidos mambises podrían seguir al dedillo el mensaje de Cubadebate, un medio que, al igual que otros del oficialismo, no ceja en su empeño por manipular las opiniones de los cubanos en favor del régimen y en contra de todo aquel que se le opone.
De manera similar actuaron en Ruanda medios de comunicación afines al gobierno hutu en 1994. Con discursos de odio cada vez más agresivos prepararon a la opinión pública del país y condicionaron los ánimos para el genocidio contra los tutsis, como consecuencia del cual se estima murieron asesinadas a manos del régimen y sus simpatizantes entre 500 mil y un millón de personas.